Contólo también a su padre y a sus hermanos; pero le reprendió su padre, y le dijo: ¿Qué sueño es este que has soñado? ¿Hemos en verdad de venir, yo y tu madre y tus hermanos, a postramos a tierra delante de ti?
Daniel 7:28 - Biblia Version Moderna (1929) ¶Aquí tuvieron fin sus palabras. En cuanto a mí, Daniel, mis pensamientos me turbaron mucho, y palideció mi rostro: pero guardé el asunto en mi corazón. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Aquí fue el fin de sus palabras. En cuanto a mí, Daniel, mis pensamientos me turbaron y mi rostro se demudó; pero guardé el asunto en mi corazón. Biblia Nueva Traducción Viviente Aquí termina la visión. Yo, Daniel, estaba espantado por mis pensamientos y mi rostro estaba pálido de miedo, pero no le dije nada a nadie. Biblia Católica (Latinoamericana) Aquí se acaba el relato. Esas visiones me habían aterrorizado a mí, Daniel, y mi rostro había mudado de color, pero conservaba todo eso en mi corazón. La Biblia Textual 3a Edicion Aquí tuvieron fin sus palabras. En cuanto a mí, Daniel, mis pensamientos me turbaron mucho y palideció mi rostro, pero guardé el asunto en mi corazón. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Hasta aquí el relato. Yo, Daniel, quedé asustado de mis pensamientos, palidecí y lo guardé todo en mi corazón. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Hasta aquí fue el fin del asunto. En cuanto a mí, Daniel, mucho me turbaron mis pensamientos, y mi rostro se demudó, pero guardé el asunto en mi corazón. |
Contólo también a su padre y a sus hermanos; pero le reprendió su padre, y le dijo: ¿Qué sueño es este que has soñado? ¿Hemos en verdad de venir, yo y tu madre y tus hermanos, a postramos a tierra delante de ti?
Y he aquí que una como semejanza de los hijos de los hombres me tocó los labios; luego abrí mi boca, y hablé, y dije al que estaba delante de mí: ¡Señor mío, con la visión me acometieron de repente mis dolores, y no he retenido fuerza alguna!
Por manera que yo fuí dejado solo; y cuando ví esta gran visión, no quedó en mí esfuerzo, y mi lozanía se me demudó en palidez de muerte, y no retuve fuerza alguna.
Mas en cuanto a estos dos reyes, su corazón estará para hacerse daño mutuamente; y en una misma mesa se hablarán mentiras: mas no tendrá éxito; porque todavía el fin es para un tiempo determinado.
Tú empero anda por tu camino hasta que llegue el fin: entretanto descansarás, y te levantarás al goce de tu herencia al fin de los días.
Mas él respondió: Anda, Daniel; que estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin.
sea mudado su corazón para que no sea de hombre, y désele corazón de bestia; y pasen siete tiempos sobre él.
¶Entonces Daniel, cuyo nombre es Beltsasar, fué aturdido por un momento, y sus pensamientos le espantaron. El rey pues respondió y dijo: ¡Oh Beltsasar, no te espante el sueño, ni su interpretación! Respondió Beltsasar, y dijo: ¡Señor mío, sea este sueño para los que te odian, y su interpretación para tus adversarios!
Entonces se le mudaron al rey los colores, y sus pensamientos le aterraron, en términos que las coyunturas de sus lomos se le desencajaban, y sus rodillas se batían la una con la otra.
¶En cuanto a mí, Daniel, mi espíritu estaba adolorido en medio de mi cuerpo, y las visiones de mi cabeza me tenían asustado.
EN el año tercero del reinado del rey Belsasar, se me apareció una visión a mí, Daniel, después de aquella que se me había aparecido al principio.
Por lo cual él se acercó junto a donde yo estaba; y cuando se acercó, yo me despavorí, y caí sobre mi rostro. Pero él me dijo: Entiende, hijo del hombre, que para el tiempo del fin es la visión.
Entonces dijo: He aquí que te voy a enseñar lo que ha de ser en el fin de la indignación; porque eso es para el tiempo del fin:
¶Y yo Daniel quedé sin fuerzas, y estuve enfermo algunos días; después me levanté, y me puse a despachar los negocios del rey: pero estaba asombrado de la visión; mas no hubo quien la explicase.
Y luego toda la multitud, al verle, quedó muy asombrada; y corriendo hacia él, le saludaron.
María empero guardaba todas estas cosas, confiriéndolas en su corazón.
Y descendiendo con ellos, vino a Nazaret; y les estaba sujeto. Y su madre guardaba todos estos dichos suyos en su corazón.
Penetren estas palabras en vuestros oídos: porque el Hijo del hombre va a ser entregado en mano de los hombres.