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Daniel 10:3 - Biblia Version Moderna (1929)

No comí pan sabroso, ni carne ni vino entraron en mi boca, ni me ungí con ungüento, hasta tanto que fueron cumplidas tres semanas enteras.

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Biblia Reina Valera 1960

No comí manjar delicado, ni entró en mi boca carne ni vino, ni me ungí con ungüento, hasta que se cumplieron las tres semanas.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

En todo ese tiempo no comí nada pesado. No probé carne ni vino, ni me puse lociones perfumadas hasta que pasaron esas tres semanas.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Durante esas tres semanas no probé comidas exquisitas, me privé de carne y de vino y renuncié a cualquier perfume.

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La Biblia Textual 3a Edicion

No comí manjar delicado, ni carne ni vino entraron en mi boca, ni me ungí con ungüento, hasta que fueron cumplidas tres semanas enteras.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

No comí manjares delicados; ni carne ni vino entraron en mi boca; y no me ungí hasta que se cumplieron las tres semanas.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

No comí pan delicado, ni entró carne ni vino en mi boca, ni me unté con ungüento, hasta que se cumplieron tres semanas.

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Daniel 10:3
11 Tagairtí Cros  

¶También Mefiboset hijo de Saúl descendió a recibir al rey; y no se había curado los pies, ni compuesto la barba, ni se había hecho lavar sus ropas, desde el día que salió el rey hasta el día que volvió en paz.


de modo que su vida aborrece el pan, y su alma el manjar más delicado.


Mas éme dijo: No temas, Daniel; porque desde el primer día que aplicaste tu corazón a buscar inteligencia, y a humillarte ante tu Dios, fueron escuchadas tus palabras, y yo he venido a consecuencia de tus palabras.


y también los dioses de ellos, con sus imágenes de fundición, y con sus alhajas preciosas de plata y de oro, los llevará en cautiverio a Egipto: y él durará más años que el rey del Norte.


¶Entonces el rey se fué a su palacio, y pasó la noche ayunando, y no permitió que las bailarinas entrasen delante de él: también el sueño se huyó de él.


Por tanto, puesto que holláis al débil, y le tomáis donativos de trigo; aunque edifiquéis casas de piedra labrada, no habitaréis en ellas; aunque plantéis viñas deleitosas, no beberéis vino de ellas.


¡Saquead la plata! ¡saquead el oro! pues no hay fin de sus tesoros, ni de la gloria de toda suerte de deleites.


Mas tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro,


No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta con ungüento me ha ungido los pies.


mas venzo mi cuerpo, y lo tengo en sujeción; no sea que de algún modo, habiendo predicado a los demás, yo mismo sea rechazado por indigno.