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2 Reyes 4:4 - Biblia Version Moderna (1929)

Luego vendrás, y cerrarás la puerta sobre ti y tus hijos, y vaciarás el aceite en todas aquellas vasijas; y en llenándose, las pondrás aparte.

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Biblia Reina Valera 1960

Entra luego, y enciérrate tú y tus hijos; y echa en todas las vasijas, y cuando una esté llena, ponla aparte.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Luego ve a tu casa con tus hijos y cierra la puerta. Vierte en las jarras el aceite de oliva que tienes en tu frasco y cuando se llenen ponlas a un lado.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Cuando estés de vuelta, cierra la puerta tras de ti y de tus hijos, echa tu aceite en todos esos cántaros y a medida que se vayan llenando, ponlos aparte'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Luego entrarás y cerrarás la puerta tras de ti y tras de tus hijos, y echarás° en todas esas vasijas, e irás poniendo aparte las que estén llenas.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Entra luego y cierra la puerta tras de ti y de tus hijos, vierte aceite en todas esas vasijas, y pon aparte las que vayan quedando llenas'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Entra luego, y cierra la puerta tras ti y tras tus hijos; y echa en todas las vasijas, y estando una llena, ponla aparte.

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2 Reyes 4:4
13 Tagairtí Cros  

Y él dijo: Vé, pide prestadas, para tu uso, vasijas de afuera, de parte de todas tus vecinas, vasijas vacías; no dejes que sean pocas.


Ella pues se retiró de él, y cerró la puerta sobre sí y sus hijos; ellos le llegaban las vasijas, y ella las iba llenando.


¡Ven, pueblo mío, entra en tus aposentos, cierra tus puertas sobre ti; escóndete por un corto momento, hasta que pase la indignación!


Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y habiendo cerrado tu puerta, ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre que ve en lo secreto, te recompensará.


Y ellos se reían de él. Mas habiendo echado fuera a todos, toma al padre y a la madre de la niña y a los que con él estaban, y pasa adentro, donde estaba la niña.


Tomó entonces Jesús los panes, y habiendo dado gracias, repartió a los que estaban recostados: y asimismo les dió de los pececillos, cuanto querían.


Mas Pedro, habiéndolas hecho salir a todas, se puso de rodillas y oró; luego, volviéndose hacia el cuerpo, dijo: Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos; y viendo a Pedro, se incorporó.


¶¡Y al que es poderoso para hacer infinitamente más de todo cuanto podemos pedir, ni aun pensar, según el poder que obra en nosotros,