Tráigase, con tu permiso, un poco de agua, y lavaos los pies, y reclinaos debajo del árbol.
1 Samuel 25:41 - Biblia Version Moderna (1929) Con lo cual ella se levantó, e inclinóse rostro a tierra, y dijo: ¡He aquí a tu sierva, sirvienta para lavar los pies de los siervos de mi señor! Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y ella se levantó e inclinó su rostro a tierra, diciendo: He aquí tu sierva, que será una sierva para lavar los pies de los siervos de mi señor. Biblia Nueva Traducción Viviente Entonces ella se inclinó al suelo y respondió: —Yo, su sierva, estaría encantada de casarme con David. ¡Aun estaría dispuesta a ser una esclava y lavar los pies de sus siervos! Biblia Católica (Latinoamericana) Ella se levantó, se postró en tierra y dijo: 'Tu sirvienta será para ti como una esclava, para lavar los pies de los sirvientes de mi señor'. La Biblia Textual 3a Edicion Y ella se levantó y se postró rostro en tierra, y dijo: He aquí tu sierva, para ser sierva que lave los pies de los siervos de mi señor. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Ella se levantó, se postró rostro en tierra y dijo: 'Tu sierva es como una esclava para lavar los pies de los servidores de mi señor'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y ella se levantó, e inclinó su rostro a tierra, diciendo: He aquí tu sierva, para que sea sierva que lave los pies de los siervos de mi señor. |
Tráigase, con tu permiso, un poco de agua, y lavaos los pies, y reclinaos debajo del árbol.
El temor de Jehová alecciona en sabiduría; y a la honra precede la humildad.
Antes de la destrucción se ensoberbece el corazón del hombre; y a la honra precede la humildad.
y pregonaba, diciendo: Viene en pos de mí el que es más poderoso que yo, a quien no soy digno de inclinarme y desatar la correa de sus zapatos.
teniendo buen testimonio en cuanto a buenas obras: si hubiere criado hijos, si hubiere hospedado a los extranjeros, si hubiere lavado los pies de los santos, si hubiere socorrido a los afligidos, si hubiere seguido estrictamente toda buena obra.
Ella entonces cayó sobre su rostro, postrándose en tierra, y le dijo: ¿Por qué he hallado gracia en tus ojos, para que hagas caso de mí, extranjera como soy?
A lo que ella respondió: ¡Halle yo gracia en tus ojos, señor mío! porque me has consolado, y porque has hablado cariñosamente a tu sierva; aunque yo no sea como una de estas tus siervas.
Y cuando Abigail vió a David, dióse prisa para bajar de su asno, y cayó delante de David, sobre su cara, postrándose a tierra.
Vinieron pues los siervos de David a Abigail la carmelita, y hablaron con ella, diciendo: David nos ha enviado a ti para tomarte por mujer suya.