Rióse pues Sara consigo misma, diciendo: ¿Después de envejecida he de tener placer, siendo viejo mi señor también?
1 Pedro 3:6 - Biblia Version Moderna (1929) Así como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; cuyas hijas sois vosotras, si hacéis bien, y no teméis a causa de ningún terror. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras habéis venido a ser hijas, si hacéis el bien, sin temer ninguna amenaza. Biblia Nueva Traducción Viviente Por ejemplo, Sara obedecía a su esposo, Abraham, y lo llamaba «señor». Ustedes son sus hijas cuando hacen lo correcto sin temor a lo que sus esposos pudieran hacer. Biblia Católica (Latinoamericana) Así obedecía Sara a Abrahán, al que llamaba su señor. Ustedes serán hijas de Sara si obran el bien sin tener miedo a nada. La Biblia Textual 3a Edicion como Sara obedecía a Abraham, llamándolo señor;° de la cual vosotras fuisteis hechas hijas° haciendo el bien, sin temer a ninguna amenaza. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Así Sara obedeció a Abrahán y le llamó señor. Vosotras os hacéis hijas suyas, cuando practicáis el bien y no tenéis miedo alguno. Biblia Reina Valera Gómez (2023) como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; de la cual vosotras sois hechas hijas, haciendo el bien, y no teniendo temor de ninguna amenaza. |
Rióse pues Sara consigo misma, diciendo: ¿Después de envejecida he de tener placer, siendo viejo mi señor también?
Y negó Sara, diciendo: No me reí; porque tuvo miedo. Pero él dijo: No es así, sino que te reíste.
y así se prendará el Rey de tu hermosura: porque él es tu Señor; por tanto inclínate ante él.
Mas ¿a causa de quién te has avergonzado y has temido, para que faltases a tu fe, y no te acordases de mí, ni reflexionases en tu corazón? ¿No es cierto que yo he guardado silencio por largo tiempo? por tanto tú no me temes.
Pedro y Juan empero respondieron y les dijeron: ¡Juzgad vosotros si es justo delante de Dios escucharos a vosotros más bien que a Dios!
Entonces vino la mujer, al rayar la mañana, y dejóse caer a la puerta de la casa del hombre en donde estaba su señor, hasta que aclaró el día.