El rey se había cubierto el rostro y daba grandes gritos: '¡Hijo mío, Absalón! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!'.
Salmos 34:5 - Biblia Martin Nieto Busqué al Señor y él me contestó, y me libró de todos mis temores. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Los que miraron a él fueron alumbrados, Y sus rostros no fueron avergonzados. Biblia Nueva Traducción Viviente Los que buscan su ayuda estarán radiantes de alegría; ninguna sombra de vergüenza les oscurecerá el rostro. Biblia Católica (Latinoamericana) Mírenlo a él y serán iluminados
y no tendrán más cara de frustrados. La Biblia Textual 3a Edicion h Los que miraron a Él fueron iluminados, Y sus rostros nunca serán avergonzados.° Biblia Serafín de Ausejo 1975 Dálet. Cuando busco al Señor, él me responde y me libra de todos mis terrores. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Los que a Él miraron, fueron alumbrados; y sus rostros no fueron avergonzados. |
El rey se había cubierto el rostro y daba grandes gritos: '¡Hijo mío, Absalón! ¡Absalón, hijo mío, hijo mío!'.
Para los judíos había nacido un día de luz, de alegría, de gloria y de triunfo.
¿Hasta cuándo tendré desazón en mi alma, y en mi corazón tristeza día y noche? ¿Hasta cuándo va a triunfar mi enemigo sobre mí?
No queda defraudado el que en ti espera, que lo quede el que traiciona sin motivo.
Mi clamor levanto hacia el Señor, y él me atiende desde su santo monte.
se sacian de los ricos manjares de tu casa, en el torrente de tus delicias los abrevas.
invócame cuando estés angustiado; yo te libraré y tú deberás glorificarme'.
el que me ofrece la acción de gracias, ése me honra y toma el camino en el que encuentra la salvación de Dios'.
La luz sale para los que practican la justicia y la alegría para los corazones rectos.
Volveos a mí y os salvaréis, confines todos de la tierra, porque yo soy Dios y nadie más.
Al verlo te pondrás radiante, tu corazón se henchirá de emoción, porque a ti afluirán los tesoros del mar, las riquezas de las naciones llegarán a ti.
fijando nuestra mirada en Jesús, el autor y consumador de la fe, quien, para obtener la gloria que se le proponía, soportó la cruz, aceptando valientemente la ignominia, y está sentado a la diestra del trono de Dios.
Entonces David partió con sus hombres, en número de unos seiscientos; salieron de Queilá y andaban errantes de acá para allá. Informado Saúl de que David había escapado de Queilá, desistió de la expedición.