sino que elegí a Jerusalén para morada de mi nombre y elegí a David para que estuviera al frente de mi pueblo Israel.
Mateo 5:35 - Biblia Martin Nieto ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey; Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. Biblia Nueva Traducción Viviente Y no digas: “¡Por la tierra!”, porque la tierra es donde descansa sus pies. Tampoco digas: “¡Por Jerusalén!”, porque Jerusalén es la ciudad del gran Rey. Biblia Católica (Latinoamericana) ni por la tierra, que es la tarima de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del Gran Rey. La Biblia Textual 3a Edicion ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies,° ni hacia° Jerusalem, porque es la ciudad del gran Rey;° Biblia Serafín de Ausejo 1975 ni por la tierra, porque es escabel de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran rey; Biblia Reina Valera Gómez (2023) ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey. |
sino que elegí a Jerusalén para morada de mi nombre y elegí a David para que estuviera al frente de mi pueblo Israel.
Grande es el Señor y digno de alabanza en la ciudad de nuestro Dios, su monte santo.
Alabad al Señor, nuestro Dios, hincaos de rodillas ante el estrado de sus pies. Dios es santo.
Esto dice el Señor: El cielo es mi trono y la tierra el escabel de mis pies. ¿Qué casa podríais construirme, y qué lugar para reposo mío?
¡Maldito el tramposo que, teniendo en su rebaño un macho perfecto, hace una promesa y ofrece al Señor en sacrificio otro defectuoso! Yo soy un gran rey -dice el Señor todopoderoso-, y mi nombre es temible entre las naciones.
El cielo es mi trono, y la tierra, el estrado de mis pies; ¿qué casa podríais construirme y qué lugar para reposo mío?
Y me llevó en espíritu sobre un monte grande y alto, y me mostró la ciudad santa, Jerusalén, que bajaba del cielo de junto a Dios
Y vi a la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que bajaba del cielo del lado de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su esposo.