lo recibirán los sacerdotes, cada uno de su conocido, y ellos repararán los desperfectos del templo en cualquier parte que se encuentre algún desperfecto'.
Malaquías 1:10 - Biblia Martin Nieto ¡Ojalá uno de vosotros cerrara las puertas del templo, para que no se encienda más inútilmente mi altar! No, no estoy contento con vosotros -dice el Señor todopoderoso- y no me agradan las ofrendas de vuestras manos. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 ¿Quién también hay de vosotros que cierre las puertas o alumbre mi altar de balde? Yo no tengo complacencia en vosotros, dice Jehová de los ejércitos, ni de vuestra mano aceptaré ofrenda. Biblia Nueva Traducción Viviente «¡Cómo quisiera que alguno de ustedes cerrara las puertas del templo para que esos sacrificios despreciables no fueran ofrecidos! No estoy nada contento con ustedes —dice el Señor de los Ejércitos Celestiales—, y no aceptaré sus ofrendas. Biblia Católica (Latinoamericana) ¿Quién de ustedes cerrará las puertas del templo para que no vengan más ustedes a encender mi altar inútilmente? Pues ustedes ahora sólo me molestan, les dice Yavé de los Ejércitos, y me desagradan totalmente sus ofrendas. La Biblia Textual 3a Edicion ¡Oh si hubiera entre vosotros quien os cerrara las puertas para que no encendierais en vano mi altar! ¡No tengo complacencia en vosotros, dice YHVH Sebaot, ni aceptaré ofrenda de vuestras manos! Biblia Serafín de Ausejo 1975 ¡Ah, si hubiera alguno de vosotros que cerrara las puertas, para que no encendierais mi altar inútilmente! No tengo complacencia alguna en vosotros -dice Yahveh Sebaot-, ni me es grata la oblación de vuestras manos. Biblia Reina Valera Gómez (2023) ¿Quién también hay de vosotros que cierre las puertas o alumbre mi altar de balde? Yo no recibo contentamiento en vosotros, dice Jehová de los ejércitos, ni de vuestra mano aceptaré ofrenda. |
lo recibirán los sacerdotes, cada uno de su conocido, y ellos repararán los desperfectos del templo en cualquier parte que se encuentre algún desperfecto'.
Esto dice el Señor a este pueblo: '¡Cómo les gusta correr de acá para allá; no dan descanso a sus pies! Pero no agradan al Señor. Se acuerda todavía de su iniquidad y castiga sus pecados'.
Aunque ayunen, no escucharé su súplica; aunque ofrezcan holocaustos y ofrendas, no los aceptaré; antes bien, aniquilaré a este pueblo con la espada, el hambre y la peste'.
Pues desde el más chico hasta el mayor, todos están llenos de rapiña; desde el profeta al sacerdote, todos practican la estafa.
¿Qué me importa el incienso traído de Sabá y la caña aromática que viene de lejano país? Vuestros holocaustos no me agradan, ni vuestros sacrificios me complacen.
Por eso daré a otros sus mujeres, sus campos a nuevos propietarios, porque desde el más chico al más grande todos están llenos de rapiña; desde el profeta al sacerdote, todos practican el engaño.
Con sus ovejas y sus vacas van en busca del Señor, mas no lo encuentran: se aparta de ellos.
Sus jueces juzgan por soborno, sus sacerdotes enseñan por salario, sus profetas profetizan por dinero y luego se apoyan en el Señor diciendo: '¿Es que no está el Señor en medio de nosotros? ¡Ninguna desgracia nos alcanzará!'.
Andáis diciendo: '¡Qué aburrimiento!', y me despreciáis -dice el Señor todopoderoso- trayendo la res robada, coja y enferma, y presentándomela como ofrenda. ¿Es que puedo yo aceptarla de vuestras manos? -dice el Señor todopoderoso-.
¡Al hombre que procede de tal manera, sea el que sea, que el Señor lo extermine de las tiendas de Jacob y del número de aquellos que presentan ofrendas al Señor todopoderoso!
Otra cosa hacéis también vosotros: cubrís de lágrimas, de llantos y gemidos el altar del Señor porque él no acepta ya vuestras ofrendas ni recibe con agrado lo que presentan vuestras manos.
Pero el asalariado, que no es el pastor ni el propietario de las ovejas, en viendo venir al lobo deja las ovejas y huye, y el lobo ataca y las dispersa,
¿No sabéis que los que ejercen funciones sagradas viven del templo, y los que sirven al altar del altar participan?
Apacentad el rebaño que Dios os ha confiado y cuidad de él no a la fuerza, sino de buena gana, como Dios quiere; no por una vil ganancia, sino con generosidad;