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Levítico 8:22 - Biblia Martin Nieto

Hizo que trajeran el segundo carnero, el de la consagración, y Aarón y sus hijos le pusieron las manos sobre la cabeza.

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Biblia Reina Valera 1960

Después hizo que trajeran el otro carnero, el carnero de las consagraciones, y Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del carnero.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Después, Moisés presentó el otro carnero, el de la ordenación. Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del carnero,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Hizo luego traer el segundo carnero, el carnero para la consagración, y Aarón y sus hijos impusieron las manos sobre su cabeza.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Seguidamente hizo aproximar el segundo carnero, el carnero de la consagración, y Aarón y sus hijos apoyaron sus manos sobre la cabeza del carnero,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Mandó traer el otro carnero, el del sacrificio de la investidura, y Aarón y sus hijos pusieron las manos sobre la cabeza del carnero.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Después hizo llegar el otro carnero, el carnero de las consagraciones, y Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del carnero:

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Levítico 8:22
10 Tagairtí Cros  

Éste es el ritual del holocausto, de la ofrenda, del sacrificio por el pecado, del sacrificio de reparación, de la consagración y del sacrificio de reconciliación.


'Toma a Aarón, con sus hijos, las vestiduras, el óleo de la unción, el novillo para el sacrificio por el pecado, los dos carneros y la cesta de panes sin levadura,


Tomó después el pecho del carnero e hizo el rito de presentación delante del Señor: ésta era la parte del carnero de consagración que pertenecía a Moisés, como el Señor le había ordenado.


Por ellos yo me consagro a ti, para que también ellos sean consagrados en la verdad'.


Por él vosotros estáis en Cristo Jesús, el cual de parte de Dios se ha hecho para nosotros sabiduría, justicia, santificación y redención,


Al que no conoció pecado, le hizo pecado en lugar nuestro, para que nosotros seamos en él justicia de Dios.


Maridos, amad a vuestras esposas, como Cristo amó a la Iglesia y se entregó él mismo por ella,


para prepararse una Iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga ni cosa parecida, sino santa y perfecta.