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Levítico 15:14 - Biblia Martin Nieto

Al octavo día tomará dos tórtolas o dos pichones, se presentará con ellos ante el Señor, a la entrada de la tienda de la reunión, y los entregará al sacerdote,

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Biblia Reina Valera 1960

Y el octavo día tomará dos tórtolas o dos palominos, y vendrá delante de Jehová a la puerta del tabernáculo de reunión, y los dará al sacerdote;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Al octavo día tomará dos tórtolas o dos pichones de paloma e irá ante el Señor a la entrada del tabernáculo y dará sus ofrendas al sacerdote.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Al octavo día tomará dos tórtolas o dos pichones y se presentará ante Yavé a la entrada de la Tienda de las Citas para entregarlos al sacerdote.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Al octavo día tomará dos tórtolas o dos palominos, y comparecerá ante YHVH, a la entrada de la Tienda de Reunión, y los entregará al sacerdote.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

El octavo día, tomará dos tórtolas o dos pichones, se presentará delante de Yahveh a la entrada de la tienda del encuentro y se los entregará al sacerdote,

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y el octavo día tomará dos tórtolas, o dos palominos, y vendrá delante de Jehová a la puerta del tabernáculo de la congregación, y los dará al sacerdote:

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Levítico 15:14
11 Tagairtí Cros  

Si su ofrenda al Señor es un holocausto de aves, ofrecerá tórtolas o pichones.


Cumplidos los días de su purificación, ya sea de varón o de hembra, presentará ante el sacerdote, a la entrada de la tienda de la reunión, un cordero primal como holocausto y un pichón o una tórtola en sacrificio por el pecado.


Si sus posibilidades no llegan a un cordero, presentará dos tórtolas o dos pichones, uno como holocausto y otro en sacrificio por el pecado. El sacerdote hará sobre ella el rito de absolución y quedará purificada'.


y el día octavo presentará al sacerdote dos tórtolas o dos pichones a la entrada de la tienda de la reunión.


Al que no conoció pecado, le hizo pecado en lugar nuestro, para que nosotros seamos en él justicia de Dios.


Y en virtud de esta voluntad nosotros somos santificados, de una vez para siempre, por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo.


él, por el contrario, habiendo ofrecido un solo sacrificio por los pecados, se sentó para siempre a la derecha de Dios,


Porque por una ofrenda única ha hecho perfectos para siempre a aquellos que santifica.


Tal era precisamente el sumo sacerdote que nos convenía: santo, inocente, sin mancha, separado de los pecadores y elevado más alto que los cielos;