En cambio, los cuatro jefes de los porteros que permanecían allí siempre eran levitas y tenían a su cargo las cámaras y tesoros del templo de Dios.
Juan 8:20 - Biblia Martin Nieto Así habló junto al tesoro enseñando en el templo, y ninguno lo prendió porque su hora no había llegado todavía. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Estas palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el templo; y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora. Biblia Nueva Traducción Viviente Jesús dijo todo esto mientras enseñaba en la parte del templo conocida como la tesorería, pero no lo arrestaron, porque aún no había llegado su momento. Biblia Católica (Latinoamericana) Jesús dijo estas cosas en el lugar donde se reciben las ofrendas, cuando estaba enseñando en el Templo, pero nadie lo detuvo, porque aún no había llegado su hora. La Biblia Textual 3a Edicion Estas palabras habló en la tesorería,° mientras enseñaba en el templo, y nadie lo prendió, porque aún no había llegado su hora. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Estas palabras las dijo junto al tesoro, mientras estaba enseñando en el templo; y nadie le echó mano, porque aún no había llegado su hora. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Estas palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el templo; y nadie le prendió, porque aún no había llegado su hora. |
En cambio, los cuatro jefes de los porteros que permanecían allí siempre eran levitas y tenían a su cargo las cámaras y tesoros del templo de Dios.
Jesús dijo a aquel tropel de gente: '¡Habéis venido a prenderme como a un ladrón, con espadas y palos! Todos los días enseñaba sentado en el templo y no me prendisteis.
Los sumos sacerdotes recogieron las monedas de plata y dijeron: 'No es lícito echarlas en el tesoro del templo, porque son precio de sangre'.
Sentado frente al tesoro, estaba mirando cómo la gente echaba en las arcas. Muchos ricos echaban mucho.
Llamó a sus discípulos y les dijo: 'Os aseguro que esa pobre viuda ha echado más que todos,
Los maestros de la ley y los sumos sacerdotes quisieron entonces mismo echarle mano, pues comprendieron que la parábola iba por ellos, pero temieron al pueblo.
Levantando la vista, vio a unos ricos que echaban sus ofrendas en las arcas del tesoro.
Por eso intentaban prenderlo de nuevo, pero se les escapó de las manos.
Jesús le contestó: '¿A ti y a mí qué, mujer? Mi hora todavía no ha llegado'.
Querían prenderlo, pero nadie puso en él las manos porque su hora no había llegado todavía.
Id vosotros a la fiesta. Yo no voy a esta fiesta, pues todavía no ha llegado mi hora'.
Al amanecer estaba de nuevo en el templo. Todo el pueblo acudía a él; y él, sentado, les enseñaba.
Entonces agarraron piedras para tirárselas. Pero Jesús se escondió y salió del templo.