¿Cuál es mi fuerza para seguir esperando? ¿Cuál mi destino para seguir viviendo?
¿Cuál es mi fuerza para esperar aún? ¿Y cuál mi fin para que tenga aún paciencia?
pero no tengo fuerzas para seguir, no tengo nada por lo cual vivir.
¿Tendré aún fuerzas para esperar, y qué futuro puedo esperar aún?
¿Cuál es mi fortaleza, para que siga esperando? ¿Cuál es mi propósito, para que tenga aún paciencia?
¿Cuál es mi fuerza para que siga esperando? ¿Cuál es mi fin para que siga viviendo?
¿Cuál es mi fuerza para esperar aún? ¿Y cuál es mi fin para prolongar mi vida?
¿No son bien breves los días de mi vida? Deja, pues, que goce un poco de consuelo
¿Quieres asustar a una hoja estremecida o perseguir a una paja seca?
mientras yo me deshago como un leño carcomido, como un vestido apolillado.
Mi aliento se agota y mis días se apagan, sólo me queda la tumba.
Mas ¿puedo yo esperar? El abismo es mi casa, en las tinieblas extiendo mi lecho.
¿Acaso me quejo yo de un hombre o pierdo la paciencia sin motivo?
¡Oh, cuánta ayuda das al débil, cuánto socorro al de brazo inválido!
¿Es acaso mi fuerza la fuerza de la roca? ¿Es mi carne de bronce?
cuando se congreguen a una los pueblos y los reyes para dar culto al Señor.
pensando en ello, se encendió la llama, y entonces se desató mi lengua:
Dame, Señor, a conocer mi fin y cuál es la medida de mis días, quiero saber lo caduco que soy.