Oído que me oía me llamaba feliz, ojo que me veía favor me dispensaba,
Job 4:4 - Biblia Martin Nieto Han sostenido tus palabras al que vacilaba, has fortalecido al que doblaba la rodilla. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Al que tropezaba enderezaban tus palabras, Y esforzabas las rodillas que decaían. Biblia Nueva Traducción Viviente Tus palabras daban apoyo a los que caían; animabas a los de rodillas temblorosas. Biblia Católica (Latinoamericana) Con tu palabra sostenías a aquel que vacilaba,
robustecías las piernas de los endebles;' La Biblia Textual 3a Edicion Tus palabras sostenían al que tambaleaba, Y afirmabas las rodillas decaídas. Biblia Serafín de Ausejo 1975 que con tus palabras sostenías a los vacilantes, robustecías las rodillas que se rinden. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Al que tropezaba, levantaban tus palabras, y fortalecías las rodillas que decaían. |
Oído que me oía me llamaba feliz, ojo que me veía favor me dispensaba,
Puesto en cabeza les trazaba el camino, como un rey me sentaba en medio de sus tropas; como un consolador de abatidos.
Mira, tú has instruido a otros muchos, has vigorizado las manos débiles.
Y porque ahora te llega a ti la hora, te turbas; te toca a ti, y ya estás desalentado.
El Señor sostiene a todos los que caen, endereza a los que están doblados.
Las palabras imprudentes hieren como una espada, la lengua de los sabios cura las heridas.
Manzanas de oro sobre una fuente de plata, tal es la palabra dicha a su debido tiempo.
El Señor Dios me ha dado una lengua de experto para que yo sepa responder al cansado. Cada mañana me despierta el oído para escuchar como un discípulo.
mudó de color y le asaltaron terribles pensamientos; se le relajaron las articulaciones de sus caderas y sus rodillas se pusieron a temblar una contra otra.
De modo que ahora debéis más bien perdonarle y consolarle, no sea que se desespere de tanta tristeza.
Pero Dios, que consuela a los afligidos, nos consoló con la llegada de Tito.
Hermanos, os pedimos también que corrijáis a los indisciplinados, que animéis a los cobardes, que sostengáis a los débiles y que seáis pacientes con todos.
Por lo cual, enderezad vuestras manos abatidas y vuestras rodillas debilitadas,