porque el oído discierne las palabras como el paladar saborea los manjares.
Porque el oído prueba las palabras, Como el paladar gusta lo que uno come.
Job dijo: “El oído pone a prueba las palabras que oye, igual que la boca distingue los sabores”.
Porque el oído aprecia las palabras como el paladar gusta los manjares.
Porque el oído discierne las palabras, Como el paladar degusta los sabores.
pues el oído percibe las palabras como el paladar saborea los manjares.
Porque el oído prueba las palabras, como el paladar prueba la comida.
¿No es el oído el que aprecia las palabras, como el paladar saborea los manjares?
¡Yo, que no permitía que mi boca pecase deseándole la muerte con imprecaciones!
He aquí que yo abro mi boca, en el paladar habla mi lengua.
Vosotros, los sabios, escuchad mis palabras; vosotros, los doctos, prestadme oídos,
Debemos ponderar bien lo que es justo, examinar entre nosotros lo que es bueno.
¿Hay acaso en mi lengua falsedad? Mi paladar, ¿ya no distingue lo que es malo?
El espiritual, por el contrario, lo juzga todo, y a él nadie le juzga.
El alimento sólido es para los perfectos, que por razón de la costumbre tienen el sentido moral desarrollado para distinguir entre el bien y el mal.