Pero quiero hablar con el todopoderoso, quiero discutir con Dios.
Mas yo hablaría con el Todopoderoso, Y querría razonar con Dios.
En cuanto a mí, hablaría directamente con el Todopoderoso; quiero defender mi caso ante Dios mismo.
Pero yo quisiera hablarle al Todopoderoso y echárselo en cara a Dios.
Pero en verdad, a quien yo me dirijo es a ’El-Shadday, Porque quiero disputar con Dios,
Pero yo me dirijo a Sadday; es con Dios con quien quiero discutir.
Mas yo hablaría con el Todopoderoso, y desearía razonar con Dios.
Pero, ¡ay, si Dios hablase, si abriese los labios para responderte,
Él me puede matar; no tengo otra esperanza que defender en su presencia mi conducta.
Luego interrógame, y yo responderé; o bien hablaré yo, y tú responderás.
¡Oh, si tuviese yo quien me escuchara! ¡Ésta es mi firma! ¡El todopoderoso me responda! El libelo que escribiese mi adversario
¿Aún disputará el censor con el todopoderoso? El que critica a Dios, ¿va a replicar?
Yo, por mí, recurriría a Dios, y a Dios confiaría mi causa;
Aunque tratase de pleitear con él, no tendría qué responder una vez entre mil.
Presentad vuestra causa, dice el Señor; aportad vuestras pruebas, dice el rey de Jacob.
Escuchad, montes, el pleito del Señor, prestad oído, cimientos de la tierra, pues el Señor pleitea con su pueblo, entra en juicio contra Israel.