¿Cómo puede ser puro un hombre? ¿Cómo puede ser justo el nacido de mujer?
Job 11:12 - Biblia Martin Nieto Así el insensato se hará cuerdo, cuando un asno salvaje se vuelva hombre. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 El hombre vano se hará entendido, Cuando un pollino de asno montés nazca hombre. Biblia Nueva Traducción Viviente El que tiene la cabeza hueca no llegará a ser sabio como tampoco un burro salvaje puede dar a luz un niño. Biblia Católica (Latinoamericana) Así, el insensato se hace cuerdo
como se amansa el pollino salvaje. La Biblia Textual 3a Edicion El hombre vano° cobrará sentido, Cuando el asno salvaje nazca humano. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Pero el necio se tornará sensato cuando el onagro salvaje sea manso. Biblia Reina Valera Gómez (2023) El hombre vano se hará entendido, aunque nazca como el pollino del asno montés. |
¿Cómo puede ser puro un hombre? ¿Cómo puede ser justo el nacido de mujer?
Y dijo al hombre: 'Temer al Señor es la sabiduría; huir del mal, he ahí la inteligencia'.
Sorprende a los sabios en sus tramas, y el consejo de los sagaces hace inepto;
¿Rozna acaso el onagro ante la hierba verde, o muge el buey junto al forraje?
Dame, Señor, a conocer mi fin y cuál es la medida de mis días, quiero saber lo caduco que soy.
estúpido de mí, no comprendía nada; era como una bestia, pero estaba contigo.
Vanidad de vanidades, dice Qohélet. Vanidad de vanidades; todo es vanidad.
Aleja la tristeza de tu corazón y aparta de tu carne el sufrimiento, porque la mocedad y la juventud son vanidad.
También me dije acerca de la conducta de los hombres: es para que Dios los manifieste tales cuales son y para hacerlos ver que por sí mismos son como animales.
Asna salvaje, avezada al desierto, que en el ardor de su deseo sorbe el viento; su apetencia, ¿quién la calmará? El que la busca no tiene que esforzarse, la encuentra en el mes de su celo.
Vivid en armonía unos con otros. No seáis orgullosos, poneos al nivel de los humildes. No os consideréis los sabios.
Nosotros también éramos de ésos cuando nos dejábamos llevar de las apetencias carnales, sujetos a los deseos de nuestros instintos y a nuestra imaginación. Éramos, por naturaleza, objeto de la ira divina, igual que los demás.