el que nos hace más diestros que las bestias de la tierra, más sabios que los pájaros del cielo?'.
Jeremías 32:33 - Biblia Martin Nieto La espalda me han dado, y no la cara; y mientras yo trataba de instruirlos y educarlos con constancia y sin cesar, no han querido escuchar ni aceptar la lección. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y me volvieron la cerviz, y no el rostro; y cuando los enseñaba desde temprano y sin cesar, no escucharon para recibir corrección. Biblia Nueva Traducción Viviente Mi pueblo me ha dado la espalda y no quiere regresar. A pesar de que les he enseñado con diligencia, no aceptaron la instrucción ni obedecieron. Biblia Católica (Latinoamericana) Me han dado la espalda en vez de la cara, y mientras yo trataba de instruirlos continuamente, nadie me puso atención para aprender la lección. La Biblia Textual 3a Edicion Y me dieron la espalda y no la cara, y aunque les enseñaba madrugando y sin cesar, no escucharon ni escarmentaron. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Pues me volvieron la espalda en vez de la cara, y aunque los escarmenté constantemente, sin cesar, no quisieron escuchar ni aprender la lección. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y me volvieron la cerviz, y no el rostro; y aunque los enseñaba, madrugando y enseñando, no escucharon para recibir corrección. |
el que nos hace más diestros que las bestias de la tierra, más sabios que los pájaros del cielo?'.
Como el viento solano, los dispersaré ante el enemigo. Les daré las espaldas, y no la cara, el día de su desastre'.
que dicen al leño: 'Tú eres mi padre', y a la piedra: 'Tú me has engendrado'. Ellos me dan la espalda y no la cara, mas cuando llega la desgracia gritan: '¡Levántate, sálvanos!'.
y no escucháis las palabras de mis siervos los profetas que yo os envío incesantemente y a quienes no habéis escuchado,
'Esto dice el Señor todopoderoso, Dios de Israel. Vete a decir a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén: ¿No aprenderéis vosotros esta lección, escuchando mis palabras? -dice el Señor- .
Os he mandado repetidamente, sin cansarme, a mis siervos los profetas para avisaros: Convertíos cada uno de su perverso camino, enmendad vuestra conducta, no vayáis tras dioses extraños, no los adoréis, y de esta forma podréis vivir en la tierra que yo os di a vosotros y a vuestros padres. Pero no habéis obedecido ni me habéis hecho caso.
Yo os envié incesantemente, sin cansarme, a mis siervos los profetas para que os dijeran: no hagáis esas cosas horribles que yo detesto.
Y ahora, por haber hecho todas esas cosas -dice el Señor-, por no haberme escuchado cuando yo os hablaba con insistencia y sin tregua y no haber respondido a mis llamadas,
Pero ellos no me escucharon, no me hicieron caso. Se fueron tras su propio capricho, tras la perversidad de su corazón; me dieron la espalda, y no la cara.
Diles: Ésta es la nación que no ha escuchado la voz del Señor, su Dios, y que no ha aprendido la lección. ¡La verdad ha muerto, ha desaparecido de su boca!
Porque esto dice el Señor Dios: Puesto que me has abandonado y me has echado a tus espaldas, carga tú también con tu desvergüenza y tus prostituciones'.
Y me llevó al atrio interior del templo del Señor. A la entrada del templo del Señor, entre el vestíbulo y el altar, veinticinco hombres, vueltas sus espaldas al santuario del Señor y sus rostros a oriente, se postraban hacia oriente ante el sol.
Cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí. Ofrecían sacrificios a los baales y quemaban incienso a los ídolos.
Pero ellos no quisieron atender, volvieron la espalda y se hicieron los sordos.
Al amanecer estaba de nuevo en el templo. Todo el pueblo acudía a él; y él, sentado, les enseñaba.