Se levantaron de madrugada y salieron hacia el desierto de Técoa. Cuando salían, Josafat se adelantó y dijo: 'Escuchadme, habitantes de Judá y de Jerusalén. Tened confianza en el Señor, Dios nuestro, y estaréis seguros; tened fe en sus profetas, y triunfaréis'.
Con él no hay más que brazos de carne; con nosotros está el Señor, nuestro Dios, pronto a socorrernos y combatir nuestros combates'. El pueblo cobró ánimo con las palabras de Ezequías, rey de Judá.
Porque has olvidado al Dios de tu salvación y no te acordaste de la roca de tu refugio, por eso has plantado huertos de delicias, y siembras en ellos semilla extranjera.
Vosotros entonces entonaréis cantares como en una noche de fiesta, con la alegría en el corazón, como la del que anda al son de la flauta camino del monte del Señor, de la roca de Israel.
Cada uno será como un refugio contra el viento y un abrigo contra la tempestad; como corrientes de agua en tierra seca, como la sombra de una gran peña en tierra ardiente.
No os asustéis, no temáis. ¿No os lo di a conocer y os lo anuncié yo hace mucho? Vosotros sois testigos: ¿Hay dios fuera de mí o raza alguna? ¡Yo no lo conozco!
El que de vosotros tema al Señor y escuche la voz de su siervo, el que camine en tinieblas, sin ver ninguna claridad, confíe en el nombre del Señor y apóyese en su Dios.
Haré que llegue de repente mi justicia, mi salvación surgirá como la luz. Mi brazo va a juzgar a los pueblos. En mí esperan las islas, y en mi brazo confían.
¿Quién es éste que llega de Edón, de Bosra, con vestidos de púrpura; que, espléndido en su aderezo, avanza majestuoso en la plenitud de su fuerza? Soy yo, el que profeso la justicia y soy grande en salvar.
Tú has ejecutado sentencias justas en todos los males que nos has mandado a nosotros y a la ciudad santa de nuestros padres, Jerusalén; pues tú nos has tratado así conforme a la verdad y la justicia, a causa de nuestros pecados.