Isaías 24:8 - Biblia Martin Nieto Ha cesado la alegría de los tambores, ha acabado el bullicio de las fiestas, ha terminado el son de las cítaras. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Cesó el regocijo de los panderos, se acabó el estruendo de los que se alegran, cesó la alegría del arpa. Biblia Nueva Traducción Viviente Se ha callado el alegre sonido de las panderetas; ya no se escuchan los felices gritos de celebración y las melodiosas cuerdas del arpa están silenciosas. Biblia Católica (Latinoamericana) Ya no tocan los tambores,
ni resuenan las guitarras,
ha cesado el bullicio de la fiesta. La Biblia Textual 3a Edicion Cesa el júbilo de los panderos, Cesa el bullicio de quienes se divierten, Cesa la armonía del arpa. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Cesó la alegría de los tambores, acabó el alborozo de los bulliciosos, cesó la diversión de la cítara. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Cesó el regocijo de los panderos, se acabó el estruendo de los que se alegran, cesó la alegría del arpa. |
¡Mi arpa ha acompañado a los cantos de duelo, mi flauta a la voz de plañidores!
La alegría y el júbilo han huido de los huertos; ya no hay en las viñas alborozo ni clamores de fiesta; ya no se pisa el vino en el lagar, ha enmudecido el canto.
Cítara y arpa, tambor, flauta y vino no faltan en sus banquetes; pero no piensan en la obra del Señor, no atienden a la hechura de sus manos.
Por eso el abismo ha ensanchado sus fauces, ha abierto su boca sin medida; ¡baja allá la grandeza (de Sión) y su turba bulliciosa y alegre!
porque esto dice el Señor todopoderoso, Dios de Israel: Voy a suprimir de este lugar, a vuestros ojos y en vuestros días, los gritos de gozo y algazara, los cantos del esposo y de la esposa.
Haré desaparecer de entre ellos los gritos de alegría y algazara, el canto del esposo y de la esposa, el ruido del molino y la luz de la lámpara.
Y yo haré cesar en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén los gritos de júbilo y algazara, los cantos del esposo y de la esposa, porque el país se convertirá en una desolación.
Los ancianos han dejado de acudir a la puerta, han dejado sus músicas los jóvenes.
Pondré silencio a tus armoniosas canciones, no se volverá a oír el son de tus cítaras.
En Edén, jardín de Dios, vivías. Innumerables piedras preciosas adornaban tu manto: rubí, topacio, diamante, crisólito, piedra de ónice, jaspe, zafiro, carbunclo y esmeralda; de oro era el borde de tu manto, de oro las incrustaduras, todo a punto desde el día en que fuiste creado.
Por eso volveré a tomar mi trigo a su tiempo y mi vino a su estación, y recobraré mi lana y mi lino con que ella cubría su desnudez.
Por eso ahora irán desterrados a la cabeza de los cautivos y cesará el júbilo de los sibaritas.
Y ya no se oirán en ti las voces de los citaristas, de los músicos, de los flautistas y de los trompeteros; y no se volverá a encontrar en ti artífice de cualquier arte; ni se oirá más el ruido de la muela;