Pero el Faraón Necó lo encadenó en Ribla, en el país de Jamat, lo destronó de Jerusalén e impuso al país un tributo de tres mil cuatrocientos kilos de plata y treinta y cuatro de oro.
2 Reyes 23:35 - Biblia Martin Nieto Joaquín entregó la plata y el oro al faraón. Para poder dar al faraón el oro y la plata tuvo que poner un impuesto a todo el país, a cada uno según sus bienes. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y Joacim pagó a Faraón la plata y el oro; mas hizo avaluar la tierra para dar el dinero conforme al mandamiento de Faraón, sacando la plata y el oro del pueblo de la tierra, de cada uno según la estimación de su hacienda, para darlo a Faraón Necao. Biblia Nueva Traducción Viviente Para obtener la plata y el oro que el faraón Necao exigía como tributo, Joacim recaudaba un impuesto de los habitantes de Judá, para el cual les pedía que pagaran en proporción a sus riquezas. Biblia Católica (Latinoamericana) Joaquim entregó al faraón el oro y la plata, pero para entregar al faraón la suma exigida tuvo que gravar al país con impuestos. Le descontó a cada cual, de acuerdo a su fortuna, la plata y el oro que debía al faraón Necao. La Biblia Textual 3a Edicion Y Joacim pagó la plata y el oro al Faraón, pero tuvo que imponer contribuciones al país para entregar el dinero según la orden del Faraón. Exigió de la gente del pueblo, a cada uno según sus bienes,° la plata y el oro para darlo a Faraón Necao. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Joaquín tuvo que entregar la plata y el oro al Faraón; pero para entregar el dinero exigido por el Faraón se vio obligado a gravar al país y a exigir plata y oro a la gente del país, a cada uno según su capacidad, para dárselo al Faraón Necó. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y Joacim pagó a Faraón la plata y el oro; e impuso gravamen sobre la tierra para dar el dinero conforme al mandamiento de Faraón, sacando la plata y el oro del pueblo de la tierra, de cada uno según la estimación de su hacienda, para dar a Faraón Necao. |
Pero el Faraón Necó lo encadenó en Ribla, en el país de Jamat, lo destronó de Jerusalén e impuso al país un tributo de tres mil cuatrocientos kilos de plata y treinta y cuatro de oro.
¡Ay, cómo está postrada en soledad la ciudad tan populosa! Como una viuda se ha quedado la grande entre las naciones. La señora entre las provincias ha sido esclavizada.