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2 Crónicas 9:6 - Biblia Martin Nieto

Yo no lo quería creer hasta que he venido y lo he visto con mis propios ojos; pero reconozco que no se me había dicho ni la mitad. Tu sabiduría y tu grandeza sobrepasan con mucho la fama que había llegado a mis oídos.

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Biblia Reina Valera 1960

pero yo no creía las palabras de ellos, hasta que he venido, y mis ojos han visto; y he aquí que ni aun la mitad de la grandeza de tu sabiduría me había sido dicha; porque tú superas la fama que yo había oído.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Yo no creía lo que se dijo hasta que llegué aquí y lo vi con mis propios ojos. De hecho, ¡lo que había oído no refleja ni la mitad de tu sabiduría! Supera ampliamente lo que me habían dicho.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Yo no daba crédito a lo que oía, hasta que he venido y lo he visto con mis propios ojos; y encuentro que no se me había contado ni la mitad de la grandeza de tu sabiduría, pues tú superas todo lo que oí decir.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Yo no creía lo que se decía, hasta que yo misma he venido y lo he visto con mis propios ojos, y he aquí, no me había sido contada ni la mitad de la grandeza de tu sabiduría. ¡Tú excedes a la fama que yo había oído!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

No daba yo crédito a lo que se decía, hasta que he venido y lo he visto con mis propios ojos. En realidad, no me dijeron ni la mitad, porque tu gran sabiduría supera la fama que había llegado a mis oídos.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Mas yo no creía las palabras de ellos, hasta que he venido, y mis ojos han visto; y he aquí que ni aun la mitad de la grandeza de tu sabiduría me había sido dicha; porque tú sobrepasas la fama que yo había oído.

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2 Crónicas 9:6
11 Tagairtí Cros  

Yo no lo quería creer hasta que he venido y lo he visto con mis propios ojos, pero reconozco que no se me había dicho ni la mitad. Tu sabiduría y grandeza sobrepasan la fama que había llegado a mis oídos.


dijo al rey: 'Realmente es verdad todo lo que yo había oído en mi tierra de tus obras y tu sabiduría.


¡Dichosas tus mujeres!, ¡dichosos tus servidores, que están siempre junto a ti y escuchan tu sabiduría!


enmudezcan los labios mentirosos, que hablan al justo con insolencia, con arrogancia y con desprecio.


¡Qué felicidad! ¡Qué belleza! El trigo dará vigor a los jóvenes, y el mosto a las jóvenes.


Pero como dice la Escritura: Lo que el ojo no vio, lo que el oído no oyó, lo que ningún hombre imaginó, eso preparó Dios para los que le aman.


Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal y como es.