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2 Crónicas 32:22 - Biblia Martin Nieto

El Señor libró a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén del poder de Senaquerib, rey de Asiria, y de todos sus enemigos, dándoles paz en todas sus fronteras.

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Biblia Reina Valera 1960

Así salvó Jehová a Ezequías y a los moradores de Jerusalén de las manos de Senaquerib rey de Asiria, y de las manos de todos; y les dio reposo por todos lados.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Así es como el Señor libró a Ezequías y al pueblo de Jerusalén del rey Senaquerib de Asiria y de todos los demás que los amenazaban. Entonces hubo paz por todo el país.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Así salvó Yavé a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén de la mano de Senaquerib, rey de Asur, y de la mano de todos sus enemigos, y les dio paz por todos lados.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Así salvó YHVH a Ezequías y a los habitantes de Jerusalem de mano de Senaquerib rey de Asiria, y de mano de cualquier otro, y les concedió reposo por todas partes.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Así salvó Yahveh a Ezequías y a los habitantes de Jerusalén de las manos de Senaquerib, rey de Asiria, y de las manos de todos los demás. Y les dio paz en todas sus fronteras.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Así Jehová salvó a Ezequías y a los moradores de Jerusalén de las manos de Senaquerib, rey de Asiria, y de las manos de todos; y los condujo por todas partes.

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2 Crónicas 32:22
16 Tagairtí Cros  

El resto superviviente de la casa de Judá volverá a arraigar por debajo y dará fruto por encima;


y el Señor envió a un ángel, que aniquiló a todos los soldados, jefes y oficiales del campamento del rey de Asiria, el cual se vio obligado a regresar lleno de vergüenza a su tierra, donde murió asesinado a golpe de espada por sus propios hijos cuando estaba en el templo de su dios.


Tú das a los reyes la victoria, tú salvas a tu siervo David de la espada mortal.


admirad sus murallas, fijaos en sus palacios, para contar a las generaciones venideras


con tus consejos me diriges y me llevas hacia un final glorioso.


se han aflojado sus amarras, no sostienen ya el mástil, ni ondean las enseñas.


El Señor será tu guía siempre, en los desiertos saciará tu hambre, a tus huesos infundirá vigor, y tú serás como un huerto regado, cual manantial de agua, de caudal inagotable.


Me compadeceré, en cambio, de la casa de Judá; los salvaré por medio del Señor, su Dios, y no por medio de arco, espada o lanza, o con caballos y jinetes'.


Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará a la verdad completa. Pues no os hablará por su cuenta, sino que os dirá lo que ha oído y os anunciará las cosas venideras.


Que el Señor dirija vuestros corazones hacia el amor de Dios y la paciencia de Cristo.


Así el Señor salvó aquel día a Israel. La batalla se extendió hasta Bejorón.