El rey Ezequías y los jefes dieron la orden a los levitas de alabar al Señor con los salmos de David y de Asaf, el vidente. Cantaron los salmos con gran alegría, y luego se arrodillaron en actitud de adoración.
2 Crónicas 30:26 - Biblia Martin Nieto Hubo una gran fiesta en Jerusalén, como no se había visto desde los días de Salomón, hijo de David, rey de Israel. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Hubo entonces gran regocijo en Jerusalén; porque desde los días de Salomón hijo de David rey de Israel, no había habido cosa semejante en Jerusalén. Biblia Nueva Traducción Viviente Hubo gran alegría en la ciudad, porque en Jerusalén no se había presenciado una celebración como esta desde los días de Salomón, hijo del rey David. Biblia Católica (Latinoamericana) Hubo gran gozo en Jerusalén porque desde los días de Salomón, hijo de David, rey de Israel, no se había visto cosa semejante. La Biblia Textual 3a Edicion Y hubo gran alegría en Jerusalem, pues desde los días de Salomón ben David, rey de Israel, no había habido cosa semejante en Jerusalem. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Hubo así gran alborozo en Jerusalén, ya que desde los días de Salomón, hijo de David, rey de Israel, no había ocurrido cosa semejante en Jerusalén. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y hubo gran alegría en Jerusalén; porque desde los días de Salomón, hijo de David, rey de Israel, no había habido cosa semejante en Jerusalén. |
El rey Ezequías y los jefes dieron la orden a los levitas de alabar al Señor con los salmos de David y de Asaf, el vidente. Cantaron los salmos con gran alegría, y luego se arrodillaron en actitud de adoración.
Los sacerdotes y los levitas, de pie, dieron la bendición al pueblo. El Señor escuchó su voz, y su oración llegó hasta su santa morada en el cielo.
Nunca en Israel había habido una pascua como ésta desde los días de Samuel, el vidente. Más aún, ningún rey de Israel había celebrado una pascua semejante a la celebrada por Josías en compañía de sacerdotes y levitas, presentes todo Judá e Israel, con los habitantes de Jerusalén.
Toda la comunidad de los repatriados hizo cabañas y se instaló en ellas. Desde los tiempos de Josué, hijo de Nun, no habían hecho una cosa así los israelitas hasta aquel día. Y la alegría fue inmensa.