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1 Reyes 20:40 - Biblia Martin Nieto

Pero sucedió que, mientras tu siervo atendía acá y allá, el hombre desapareció'. El rey de Israel le dijo: 'Ésa es tu sentencia. Tú mismo la has pronunciado'.

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Biblia Reina Valera 1960

Y mientras tu siervo estaba ocupado en una y en otra cosa, el hombre desapareció. Entonces el rey de Israel le dijo: Esa será tu sentencia; tú la has pronunciado.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

pero mientras yo estaba ocupado en otras cosas, ¡el prisionero desapareció! —Bueno, fue tu culpa —respondió el rey—. Tú mismo has firmado tu propia sentencia.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Pues bien, mientras estaba ocupado en una y otra cosa, el prisionero desapareció'. El rey de Israel le respondió: '¡Tú mismo has pronunciado tu sentencia!'

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y sucedió que mientras tu siervo estaba ocupado en una y otra cosa, él desapareció. Entonces el rey de Israel le respondió: ¡Esa es tu sentencia! ¡Tú mismo la has pronunciado!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Y mientras tu siervo andaba de un sitio para otro, él desapareció'. Le dijo el rey de Israel: 'Ésa es tu sentencia: tú mismo la has pronunciado'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y como tu siervo estaba ocupado a una parte y a otra, él desapareció. Entonces el rey de Israel le dijo: Ésa será tu sentencia; tú la has pronunciado.

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1 Reyes 20:40
10 Tagairtí Cros  

El Señor envió al profeta Natán a ver a David. Se presentó a él y le dijo: 'En la ciudad había dos hombres, uno rico y otro pobre.


Entonces la mujer dijo: '¿Por qué piensas tú de este modo contra el pueblo de Dios? El rey se hace culpable por las palabras que acaba de pronunciar, si no hace que vuelva el que ha huido de él.


Y cuando el rey pasaba, gritó: 'Tu servidor había salido de en medio de la refriega, cuando un hombre se le acercó, me trajo a otro y me dijo: Guarda a este hombre. Si se escapa, tu vida responderá por la suya o pagarás tres mil monedas de plata.


Él entonces se quitó la venda de los ojos, y el rey de Israel reconoció que era uno de los profetas.


Tu propia boca te condena, no yo; tus mismos labios atestiguan contra ti.


¡Maldito aquel que hace la obra del Señor con negligencia! ¡Maldito el que retira su espada de la sangre!


Él le dijo: Por tus mismas palabras te juzgo, mal criado. ¿Sabías que soy muy duro, que recojo lo que no he puesto y cosecho lo que no he sembrado?