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Proverbios 30:3 - Nueva Biblia Española (1975)

no aprendí a ser sensato ni llegué a comprender al Santo.

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Biblia Reina Valera 1960

Yo ni aprendí sabiduría, Ni conozco la ciencia del Santo.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

No he dominado la sabiduría humana ni conozco al Santo.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

¡sí, yo que no aprendí la sabiduría, pensé conocer la ciencia del Santo!

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La Biblia Textual 3a Edicion

No he aprendido sabiduría, Ni comprendo la ciencia del Santo:°

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Dios me enseñó la sabiduría, y aprendí la ciencia del Santo.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Yo ni aprendí sabiduría, ni tengo el conocimiento del Santo.

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Proverbios 30:3
15 Tagairtí Cros  

¿Quién subió al cielo y luego bajó?, ¿quién encerró el viento en el puño?, ¿quién apretó el mar en la capa?, ¿quién fijó los confines del orbe?, ¿cuál es su nombre y su apellido, si es que lo sabes?


El comienzo de la sensatez es respetar al Señor, y conocer al Santo es inteligencia.


apártense del camino, retírense de la senda, dejen de ponernos delante al Santo de Israel.


porque así dice el Alto y Excelso, Morador eterno, cuyo nombre es Santo: Yo moro en la altura sagrada, pero estoy con los de ánimo humilde y quebrantado, para reanimar a los humildes, para reanimar el corazón quebrantado.


Embota el corazón de ese pueblo, endurece su oído, ciega sus ojos: que sus ojos no vean, que sus oídos no oigan, que su corazón no entienda, que no se convierta y sane.


Y clamaban alternándose: ¡Santo, santo, santo, el Señor de los ejércitos; la tierra está llena de su gloria!


Mi padre me lo ha enseñado todo; al Hijo lo conoce sólo el Padre y al Padre lo conoce sólo el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiere revelar.


Jesús le respondió: ¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! Porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso', sino mi Padre del cielo.


Y ésa es la vida definitiva: conocerte personalmente a ti, el único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesús Mesías.


¡Qué abismo de riqueza, de sabiduría y de conocimiento el de Dios! ¡Qué impenetrables sus decisiones y qué incomprensibles sus caminos!


Para el mensajero de la iglesia de Filadelfia escribe así: Esto dice el santo, el veraz, el que tiene la llave de David, el que abre y nadie cierra, cierra y nadie abre:


Los cuatro vivientes, cada uno con seis alas, estaban tachonados de destellos por un lado y por otro. Día y noche cantan sin pausa: ¡Santo, santo, santo es el Señor, soberano de todo, el que era y es y ha de venir!