Aquel día vinieron los servidores de Isaac y le hablaron del pozo que habían cavado, y le dijeron: Hemos encontrado agua.
Proverbios 13:4 - Nueva Biblia Española (1975) El holgazán desea mucho y no obtiene nada, el diligente sacia su apetito. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 El alma del perezoso desea, y nada alcanza; Mas el alma de los diligentes será prosperada. Biblia Nueva Traducción Viviente Los perezosos ambicionan mucho y obtienen poco, pero los que trabajan con esmero prosperarán. Biblia Católica (Latinoamericana) Si uno se queda en el deseo, no pasa nada: son los activos los que engordan. La Biblia Textual 3a Edicion El alma del perezoso desea, y nada alcanza, Pero el alma del diligente será gratificada. Biblia Serafín de Ausejo 1975 El perezoso ambiciona, pero su deseo es vano; el deseo de los diligentes se ve cumplido. Biblia Reina Valera Gómez (2023) El alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será engordada. |
Aquel día vinieron los servidores de Isaac y le hablaron del pozo que habían cavado, y le dijeron: Hemos encontrado agua.
El que cultiva su campo se saciará de pan, el que anda a la caza de tonterías no tiene juicio.
Quien guarda su boca, guarda su vida; quien suelta los labios, marcha a la ruina.
El honrado aborrece la mentira, el malvado se hace odioso y se infama.
Los deseos dan muerte al holgazán, porque sus manos se niegan a trabajar.
Los planes del diligente traen ganancia, los del atolondrado traen indigencia.
Pasé por el campo de un perezoso, por la viña de un nombre sin juicio:
todo era espinas que crecían, los cardos cubrían su extensión, la cerca de piedras estaba derruida;
Dice el holgazán: 'Hay un chacal en el camino, hay un león en la calle'.
El codicioso atiza las pendencias, el que confía en el Señor prosperará.
dichoso el hombre que me escucha, velando en mi portal cada día, guardando las jambas de mi puerta.
Ya me quité la túnica, ¿cómo voy a ponérmela de nuevo? Ya me lavé los pies, ¿cómo voy a mancharlos otra vez?
El Señor te guiará siempre, en el desierto saciará tu hambre, hará fuertes tus huesos, serás un huerto bien regado, un manantial de aguas cuya vena nunca engaña,
¿Quién podrá medir el polvo de Jacob, quién podrá contar la arena de Israel? Que mi suerte sea la de los justos, que mi fin sea como el suyo'.
Trabajen, no por el pan que se acaba, sino por el alimento que dura dando vida definitiva, el que les va a dar este Hombre; pues a éste el Padre, Dios, lo ha marcado con su sello.
Desearíamos, sin embargo, que todos mostraran el mismo empeño hasta que esta esperanza sea finalmente realidad,
Fueron, hicieron el reconocimiento y, al volver, dijeron a Josué: No hace falta que vaya toda la tropa; bastan unos dos mil o tres mil para conquistar la ciudad. No canses a toda la tropa en este ataque, que ellos son pocos.