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Números 22:23 - Nueva Biblia Española (1975)

La burra, al ver al ángel del Señor plantado en el camino, con la espada desenvainada en la mano, se desvió del camino y tiró por el campo. Pero Balaán le pegó con un palo para volverla al camino.

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Biblia Reina Valera 1960

Y el asna vio al ángel de Jehová, que estaba en el camino con su espada desnuda en su mano; y se apartó el asna del camino, e iba por el campo. Entonces azotó Balaam al asna para hacerla volver al camino.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

la burra de Balaam vio al ángel del Señor de pie en el camino, con una espada desenvainada en su mano. La burra se apartó del camino y se desbocó hacia un campo, pero Balaam la golpeó y la obligó a regresar al camino.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

La burra vio al ángel de Yavé que le impedía el paso, con su espada desenvainada en la mano derecha. La burra dio un rodeo por el campo y Balaam le pegó a la burra para hacerla volver al camino.

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La Biblia Textual 3a Edicion

cuando el asna vio al ángel de YHVH colocado en el camino con su espada desenvainada en su mano, el asna se desvió del camino y se fue por el campo. Entonces Balaam azotó al asna para hacerla volver al camino.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Cuando la burra vio el ángel de Yahveh de pie en medio del camino con la espada desenvainada en la mano se desvió del camino y echó campo a través. Balaán empezó a darle palos para hacerla volver al camino.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y el asna vio al Ángel de Jehová, que estaba en el camino con su espada desenvainada en su mano; y se apartó el asna del camino, e iba por el campo. Y Balaam azotó al asna para hacerla volver al camino.

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Números 22:23
11 Tagairtí Cros  

Luego rezó: Señor, ábrele los ojos para que vea. El Señor abrió los ojos al sirviente y vio el monte lleno de caballería y carros de fuego en tomo a Eliseo.


David alzó los ojos y vio al ángel del Señor erguido entre tierra y cielo, con la espada desnuda en su mano, apuntando a Jerusalén. David y los ancianos, cubiertos de saco, cayeron rostro en tierra.


Aun la cigüeña en el cielo conoce su tiempo, la tórtola, la golondrina, la grulla vuelven puntualmente a su hora; pero mi pueblo no comprende el mandato del Señor.


Yo sólo veía la visión; la gente que estaba conmigo, aunque no veía la visión, quedó sobrecogida de terror y corrió a esconderse.


Al verlo ir, se encendió la ira de Dios, y el ángel del Señor se plantó en el camino haciéndole frente. El iba montado en la burra, acompañado de dos sirvientes.


El ángel del Señor se colocó en un paso estrecho, entre viñas, con dos cercas a ambos lados.


Mis compañeros vieron el resplandor, pero no comprendieron lo que decía el que me hablaba.


Estando ya cerca de Jericó, Josué levantó la vista y vio a un hombre en pie frente a él con la espada desenvainada en la mano. Josué fue hacia él y le preguntó: ¿Eres de los nuestros o del enemigo?


Pero tuvo quien le echara en cara su delito: una burra muda, hablando con voz humana, detuvo el desatino del profeta.


¡Ay de ellos! Se metieron por la senda de Caín, por dinero cayeron en la aberración de Balaán y perecieron en el motín de Coré.