Israel, su padre, les respondió: Si no hay más remedio, háganlo; tomen productos del país en sus vasijas y llévenselos como regalo a aquel hombre: un poco de bálsamo, un poco de miel, goma, resina, mirra, pistacho y almendra,
Mateo 2:11 - Nueva Biblia Española (1975) Al entrar en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas le rindieron homenaje; luego abrieron sus cofres y como regalos le ofrecieron oro, incienso y mirra. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra. Biblia Nueva Traducción Viviente Entraron en la casa y vieron al niño con su madre, María, y se inclinaron y lo adoraron. Luego abrieron sus cofres de tesoro y le dieron regalos de oro, incienso y mirra. Biblia Católica (Latinoamericana) Al entrar en la casa vieron al niño con María, su madre; se arrodillaron y le adoraron. Abrieron después sus cofres y le ofrecieron sus regalos de oro, incienso y mirra. La Biblia Textual 3a Edicion y entrando en la casa, vieron al niño con su madre Miriam,° y postrándose lo adoraron; luego abrieron sus tesoros y le ofrecieron como presentes oro, incienso y mirra. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Entrando en la casa, vieron al niño con María, su madre y, postrados en tierra, lo adoraron. Abrieron luego sus cofres y le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y entrando en la casa, vieron al niño con María su madre, y postrándose lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra. |
Israel, su padre, les respondió: Si no hay más remedio, háganlo; tomen productos del país en sus vasijas y llévenselos como regalo a aquel hombre: un poco de bálsamo, un poco de miel, goma, resina, mirra, pistacho y almendra,
La reina regaló al rey cuatro mil kilos de oro, gran cantidad de perfumes y piedras preciosas. Nunca llegaron tantos perfumes como los que la reina de Sabá regaló al rey Salomón.
Llegó a Jerusalén con una gran caravana de camellos cargados de perfumes y oro en gran cantidad y piedras preciosas. Entró en el palacio de Salomón y le propuso todo lo que pensaba.
no sea que se irrite y vayan a la ruina si llega a inflamarse su ira.
A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos, y en la sala de los marfiles te festejan las arpas.
que los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo, que los reyes de Sabá y Arabia le ofrezcan sus dones,
Que viva y que le traigan el oro de Sabá, que recen por él continuamente y lo bendigan todo el día.
Entren, inclinados rindamos homenaje, bendiciendo al Señor, Creador nuestro. a dudoso.
Toma perfumes de gran precio: cinco kilos de mirra en grano, dos kilos y medio de cinamomo, dos kilos y medio de caña de olor,
El Señor dijo a Moisés: Toma resina aromática, ámbar, bálsamo e incienso depurado, a partes iguales, y según la receta del perfumista,
¿Qué es eso que sube por el desierto como columna de humo, como nube de incienso y de mirra y perfumes de mercaderes?
Te inundará una multitud de camellos, de dromedarios de Median y de Efá. Vienen todos de Sabá, trayendo incienso y oro y proclamando las alabanzas del Señor.
De levante a poniente es grande mi fama en las naciones, y en todo lugar me ofrecen sacrificios y ofrendas puras; porque mi fama es grande en las naciones -dice el Señor de los ejércitos-.
doce bandejas de oro de cien gramos cada una (pesos del santuario) llenos de incienso; en total, mil doscientos gramos de oro;
Así nació Jesús el Mesías: María, su madre, estaba prometida a José y, antes de vivir juntos, resultó que esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
Todavía estaba Jesús hablando la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él.
Los de la barca se postraron ante él diciendo: Realmente eres Hijo de Dios.
preguntando: ¿Dónde está ese rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a rendirle homenaje.
Fueron corriendo y encontraron a María, a José y al niño acostado en el pesebre.
Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén.
Fue también Nicodemo, aquel que al principio había ido a verlo de noche, llevando unas cien libras de una mezcla de mirra y áloe.
Caí a sus pies para rendirle homenaje, pero él me dijo: 'No, cuidado, soy tu compañero de servicio, tuyo y de esos hermanos tuyos que mantienen el testimonio de Jesús; rinde homenaje a Dios'. Es que dar testimonio de Jesús equivale a la inspiración profética.
Cuando él recibió el rollo, los cuatro vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante el Cordero; tenía cada uno una cítara y copas de oro, que son las oraciones de los consagrados, llenos de aromas;
En cambio, los malvados comentaron: ¡Qué va a salvarnos ése! Lo despreciaron y no le ofrecieron regalos. Saúl callaba.