o sea, que cualquiera que se haga tan poca cosa como el niño éste, ése es el más grande en el reino de Dios.
Mateo 18:5 - Nueva Biblia Española (1975) Además, el que acoge a un niño de éstos por causa mía, me acoge a mí; Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe. Biblia Nueva Traducción Viviente »Todo el que recibe de mi parte a un niño pequeño como este, me recibe a mí; Biblia Católica (Latinoamericana) Y el que recibe en mi nombre a un niño como éste, a mí me recibe. La Biblia Textual 3a Edicion y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como éste, a mí me recibe. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Y quien acoge en mi nombre a un niño como éste, es a mí a quien acoge. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe. |
o sea, que cualquiera que se haga tan poca cosa como el niño éste, ése es el más grande en el reino de Dios.
en cambio, al que escandalice a uno de estos pequeños que creen en mí, más le convendría que le colgaran al cuello una rueda de molino y lo sepultaran en el fondo del mar.
Y el rey les contestará: Se lo aseguro: Cada vez que lo hicieron con uno de estos hermanos míos tan pequeños, lo hicieron conmigo.
Y él les contestará: Se lo aseguro: Cada vez que dejaron de hacerlo con uno de estos tan pequeños, dejaron de hacerlo conmigo.
porque todo el que pide recibe, el que busca encuentra y al que llama le abren.
El que acoge a un niño de éstos por causa mía, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, no es a mí a quien acoge, sino al que me ha enviado.
Y además, el que les dé a beber un vaso de agua a ustedes por razón de que siguen al Mesías, no se quedará sin su recompensa, se lo aseguro.
y les dijo: El que; acoge a este niño por causa mía, me acoge a mí; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado; es decir, el que es de hecho más pequeño de todos ustedes, ése es grande.
Sí, se lo aseguro: Quien recibe a cualquiera que yo mande, me recibe a mí, y quien me recibe a mí, recibe al que me mandó.
pero no me despreciaron ni me hicieron ningún desaire, aunque mi estado físico los debió de tentar a eso; al contrario, me recibieron como a un mensajero de Dios, como al Mesías Jesús en persona.