Lucas 9:28 - Nueva Biblia Española (1975) Unos ocho días después de este discurso tomó á Pedro, a Juan y a Santiago y subió a la montaña a orar. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar. Biblia Nueva Traducción Viviente Cerca de ocho días después, Jesús llevó a Pedro, a Juan y a Santiago a una montaña para orar. Biblia Católica (Latinoamericana) Unos ocho días después de estos discursos, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan y subió a un cerro a orar. La Biblia Textual 3a Edicion Como ocho° días después de estas palabras, sucedió que° tomando a Pedro, a Juan y a Jacobo, subió al monte a orar.° Biblia Serafín de Ausejo 1975 Unos ocho días después de estos discursos, tomó consigo a Pedro, a Juan y a Santiago y subió al monte para orar. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó a Pedro y a Juan y a Jacobo, y subió al monte a orar. |
Después de despedirla subió al monte para orar a solas. Al anochecer seguía allí solo.
Al ver Jesús el gentío subió a la montaña, se sentó y se le acercaron sus discípulos.
Se levantó muy de madrugada y salió, se marchó a un lugar descampado y estuvo orando allí.
Después de un bautismo del pueblo en masa y de bautizarse también Jesús, mientras oraba, se abrió el cielo,
El, en cambio, acostumbraba retirarse a lugares despoblados para orar.
Por aquel entonces se fue a la montaña a orar y se pasó la noche orando a Dios.
Al llegar a la casa no dejó entrar con él más que a Pedro, Juan y Santiago y a los padres de la niña.
Una vez que estaba orando solo en presencia de sus discípulos, les preguntó: ¿Quién dice la gente que soy yo?
Esta vez va a ser mi tercera visita. Todo asunto se resolverá basándose en la declaración de dos o tres testigos'.
El, en los días de su vida mortal, ofreció oraciones y súplicas, a gritos y con lágrimas, al que podía salvarlo de la muerte; y Dios lo escuchó, pero después de aquella angustia,
Porque cuando les hablábamos de la venida de nuestro Señor, Jesús Mesías, en toda su potencia, no imitábamos fábulas rebuscadas, sino que habíamos sido testigos presenciales de su grandeza.