Dicho esto les mostró las manos y los pies.
Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies.
Mientras hablaba, él les mostró sus manos y sus pies.
(Y dicho esto les mostró las manos y los pies).
Y habiendo dicho esto, les mostró las manos y los pies.
Miren mis manos y mis pies: soy yo en persona. Tóquenme, miren, un fantasma no tiene carne ni huesos, como ven que yo tengo.
Como todavía no acababan de creer de pura alegría y no salían de su asombro, les dijo: ¿Tienen algo de comer?
Y dicho esto les mostró las manos y el costado. Se alegraron mucho los discípulos de ver al Señor.
Luego se dirigió a Tomás: Trae aquí tu dedo, mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo, sino fiel.