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Levítico 8:22 - Nueva Biblia Española (1975)

Hizo traer el segundo carnero, el de la consagración. Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza de la víctima.

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Biblia Reina Valera 1960

Después hizo que trajeran el otro carnero, el carnero de las consagraciones, y Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del carnero.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Después, Moisés presentó el otro carnero, el de la ordenación. Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del carnero,

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Hizo luego traer el segundo carnero, el carnero para la consagración, y Aarón y sus hijos impusieron las manos sobre su cabeza.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Seguidamente hizo aproximar el segundo carnero, el carnero de la consagración, y Aarón y sus hijos apoyaron sus manos sobre la cabeza del carnero,

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Mandó traer el otro carnero, el del sacrificio de la investidura, y Aarón y sus hijos pusieron las manos sobre la cabeza del carnero.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Después hizo llegar el otro carnero, el carnero de las consagraciones, y Aarón y sus hijos pusieron sus manos sobre la cabeza del carnero:

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Levítico 8:22
10 Tagairtí Cros  

Este es el rito del holocausto, de la ofrenda, del sacrificio expiatorio, del penitencial, del sacrificio de consagración y del de comunión.


Toma a Aarón y a sus hijos, los vestidos, el aceite de la unción, el novillo del sacrificio expiatorio, los dos carneros y el canastillo de panes ázimos,


Después tomó el pecho y lo agitó ritualmente en presencia del Señor. Era la ración del carnero de consagración que le pertenecía a Moisés, como se lo había ordenado el Señor.


y por ellos me consagro yo mismo, para que también ellos queden consagrados de verdad.


Pero de él viene que ustedes, por medio del Mesías Jesús, tengan existencia, pues él se hizo para nosotros saber que viene de Dios: honradez y, además, consagración y liberación,


Al que no tenía que ver con el pecado, por nosotros lo cargó con el pecado, para que nosotros, por su medio, obtuviéramos la rehabilitación de Dios.


Maridos, amen a sus mujeres igual que el Mesías demostró su amor a la Iglesia entregándose por ella:


para prepararse una Iglesia radiante, sin mancha ni arruga ni nada parecido, una Iglesia santa e inmaculada.