Bíobla ar líne

Fógraí


An Bíobla ar fad Sean-Tiomna Tiomna Nua




Juan 11:32 - Nueva Biblia Española (1975)

Cuando llegó María a donde estaba Jesús, al verlo se le echó a los pies, diciéndole: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.

Féach an chaibidil
Taispeáin Interlinear Bible

Tuilleadh leaganacha

Biblia Reina Valera 1960

María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano.

Féach an chaibidil

Biblia Nueva Traducción Viviente

Cuando María llegó y vio a Jesús, cayó a sus pies y dijo: —Señor, si tan solo hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.

Féach an chaibidil

Biblia Católica (Latinoamericana)

Al llegar María a donde estaba Jesús, en cuanto lo vio, cayó a sus pies y le dijo: 'Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.

Féach an chaibidil

La Biblia Textual 3a Edicion

Cuando Miriam llegó adonde estaba Jesús, al verlo cayó a sus pies, y le dijo: ¡Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano!

Féach an chaibidil

Biblia Serafín de Ausejo 1975

Cuando llegó María a donde estaba Jesús y lo vio, se arrojó a sus pies, diciéndole: 'Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano'.

Féach an chaibidil

Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y cuando María llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto.

Féach an chaibidil
Aistriúcháin eile



Juan 11:32
10 Tagairtí Cros  

y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole las gracias: era un samaritano.


Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.


En esto llegó un tal Jairo, jefe de sinagoga, y se echó a los pies de Jesús rogándole que fuera a su casa,


(María era la que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con el pelo, y su hermano Lázaro estaba enfermo).


Dijo Marta a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano;


Pero algunos de ellos dijeron: Y éste, que abrió los ojos del ciego, ¿no podía haber hecho que tampoco éste muriese?


El funcionario le insistió: Señor, baja antes que se muera mi chiquillo.


Soy yo, Juan, quien vio y oyó todo esto. Al oírlo y verlo caí a los pies del ángel que me lo mostraba, para rendirle homenaje,


Los cuatro vivientes decían: 'Amén', y los ancianos se postraron rindiendo homenaje.


Cuando él recibió el rollo, los cuatro vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron ante el Cordero; tenía cada uno una cítara y copas de oro, que son las oraciones de los consagrados, llenos de aromas;