Estando Jesús en Betania, reclinado a la mesa en casa de Simón el leproso, llegó una mujer llevando un frasco de perfume de nardo auténtico muy caro; quebró el frasco y se lo derramó en la cabeza.
Juan 11:2 - Nueva Biblia Española (1975) (María era la que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con el pelo, y su hermano Lázaro estaba enfermo). Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 (María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, fue la que ungió al Señor con perfume, y le enjugó los pies con sus cabellos.) Biblia Nueva Traducción Viviente María era la misma mujer que tiempo después derramó el perfume costoso sobre los pies del Señor y los secó con su cabello. Su hermano, Lázaro, estaba enfermo. Biblia Católica (Latinoamericana) Esta María era la misma que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro era el enfermo. La Biblia Textual 3a Edicion (Y Miriam, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, era aquella que había ungido al Señor con perfume, y enjugado los pies con sus cabellos.)° Biblia Serafín de Ausejo 1975 María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con sus cabellos. Lázaro, el que había caído enfermo, era su hermano. Biblia Reina Valera Gómez (2023) (María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, era la que ungió al Señor con ungüento, y enjugó sus pies con sus cabellos.) |
Estando Jesús en Betania, reclinado a la mesa en casa de Simón el leproso, llegó una mujer llevando un frasco de perfume de nardo auténtico muy caro; quebró el frasco y se lo derramó en la cabeza.
los envió al Señor a preguntarle: ¿Eres tú el que tenía que venir o esperamos a otro?
Dijo Marta a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano;
Las hermanas le enviaron recado: Señor, mira que tu amigo está enfermo.
Cuando llegó María a donde estaba Jesús, al verlo se le echó a los pies, diciéndole: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo auténtico, de mucho precio, le ungió los pies a Jesús y, además, le secó los pies con el pelo. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.
Pues si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies unos a otros.