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Jeremías 47:3 - Nueva Biblia Española (1975)

al oír el estrépito de los cascos de los corceles, el retumbo de los carros, el fragor de las ruedas; los padres, ya sin fuerza, no miran por sus hijos.

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Biblia Reina Valera 1960

Por el sonido de los cascos de sus caballos, por el alboroto de sus carros, por el estruendo de sus ruedas, los padres no cuidaron a los hijos por la debilidad de sus manos;

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Escuchen el ruido de los cascos de los caballos y el estruendo de las ruedas de los carros de guerra al pasar. Los padres aterrorizados corren desesperados; ni siquiera miran hacia atrás para ver a sus hijos indefensos.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Se oye el martilleo de las herraduras de sus caballos, el ruido de sus carros y el estrépito de sus ruedas. Los padres ya no miran por sus hijos, sus manos están sin fuerza.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Por el galopar de sus caballos, Por el alboroto de sus carros, Por el estruendo de sus ruedas, Los padres, ya sin fuerzas, Ni siquiera miran por sus hijos.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

al ruido del piafar de los cascos de sus caballos, al estruendo de sus carros, al rechinar de sus ruedas. Los padres no se vuelven a mirar por sus hijos, a causa de la debilidad de sus manos,

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Por el sonido de las cascos de sus fuertes corceles, por el alboroto de sus carros, por el estruendo de sus ruedas, los padres no mirarán atrás a sus hijos por la debilidad de las manos;

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Jeremías 47:3
14 Tagairtí Cros  

Sus saetas están aguzadas y todos los arcos tensos; las pezuñas de sus caballos son pedernal, y las ruedas, torbellinos.


Monten a caballo; láncense, carros; avancen, soldados: etíopes y libios que embrazan el escudo, lidios que tensan el arco.


armados de arcos y jabalinas, implacables e inexorables, sus gritos resuenan como el mar, avanzan a caballo, formados como soldados contra ti, Babilonia.


Desde Dan se escucha el resoplar de los caballos, cuando relinchan los corceles, retiembla la tierra, llegan y devoran el país y a sus habitantes, la ciudad con sus vecinos.


Vienen contra ti infantes y jinetes y carros, multitud de tropas; te cercan con escudos y adargas y yelmos; les encomiendo la justicia y ejecutarán en ti su sentencia.


Los jinetes vertiginosos, los carros enloquecidos se lanzan por calles y callejas revolviéndose como teas o relámpagos.


Nínive es una alberca cuyas aguas se escapan: ¡Deténganse, deténganse!, pero nadie se vuelve.


Tienen el pecho como corazas de hierro y el zumbido de sus alas diríase el ruido de carros con muchos caballos que corren al combate.


Martilleaban los cascos de los caballos a galope, al galope de los bridones.