Entretanto, los madianitas lo vendieron en Egipto a Putifar, ministro y jefe de la guardia del Faraón.
Jeremías 39:9 - Nueva Biblia Española (1975) Al resto del pueblo que había quedado en Jerusalén y a los que se habían pasado a ellos, los llevó a Babilonia desterrados Nabusardán, jefe de la guardia. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y al resto del pueblo que había quedado en la ciudad, y a los que se habían adherido a él, con todo el resto del pueblo que había quedado, Nabuzaradán capitán de la guardia los transportó a Babilonia. Biblia Nueva Traducción Viviente Entonces Nabuzaradán, capitán de la guardia, se llevó cautivas a Babilonia a las personas que quedaban en la ciudad, a las que habían desertado para unirse a sus filas y a todas las que quedaban. Biblia Católica (Latinoamericana) Nebuzardán, comandante de la guardia, desterró a Babilonia al resto de la población que había quedado en la ciudad, a los desertores que se habían rendido a él y a los pocos artesanos que aún había. La Biblia Textual 3a Edicion Al resto del pueblo que había quedado en la ciudad y a los que se habían pasado a ellos, Nabuzaradán, capitán de la guardia, los hizo llevar cautivos a Babilonia, junto con el remanente del pueblo. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Nabuzardán, jefe de la escolta, deportó a Babilonia al resto de la población que había quedado en la ciudad, a los desertores que se habían pasado a él y al resto de los artesanos que quedaban. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y al resto del pueblo que había quedado en la ciudad, y a los que se habían adherido a él, con todo el resto del pueblo que había quedado, los trasportó a Babilonia Nabuzaradán, capitán de la guardia. |
Entretanto, los madianitas lo vendieron en Egipto a Putifar, ministro y jefe de la guardia del Faraón.
Y a los hijos que salieron de ti, que tú engendraste, se los llevarán a Babilonia para que sirvan como palaciegos del rey.
Nabusardán, jefe de la guardia, se llevó cautivos al resto del pueblo que había quedado en la ciudad, a los que se habían pasado al rey de Babilonia y al resto de la plebe.
Nabusardán, jefe de la guardia, los apresó y se los llevó al rey de Babilonia, a Ribla.
Todo son cítaras y arpas, panderetas y flautas y vino en sus banquetes, y no atienden a la actividad de Dios ni se fijan en la obra de su mano.
porque así dice el Señor: Esta vez lanzaré con honda a los habitantes del país, los estrujaré hasta exprimirlos.
Los arrojaré de esta tierra a un país desconocido de ustedes y de sus padres: allí servirán a dioses extranjeros, día y noche, porque no les haré gracia.
A Sedecías, rey de Judá, a sus dignatarios, al resto de Jerusalén que quede en esta tierra o resida en Egipto, los trataré como a esos higos tan malos que no se pueden comer.
El rey Sedecías dijo a Jeremías: Tengo miedo de que me entreguen en manos de los judíos que se han pasado a los caldeos y que me maltraten.
Palabras que el Señor dirigió a Jeremías después que Nabusardán, jefe de la guardia, lo tomó a su cargo en Rama, donde se encontraba encadenado entre los deportados de Jerusalén y de Judá que iban desterrados a Babilonia.
Los capitanes, que estaban en el campo con sus hombres, oyeron que el rey de Babilonia había nombrado gobernador del país a Godolías, hijo de Ajicán, y que le había confiado los hombres, las mujeres y los niños y los pobres que no habían sido deportados a Babilonia.
Nabusardán, jefe de la guardia, los apresó y los llevó al rey de Babilonia, a Ribla.
El rey de Babilonia los hizo ejecutar en Ribla, provincia de Jamat. Así marchó Judá al destierro.
Cuando Arioc, jefe de la guardia real, se dirigía a ejecutar a los sabios, Daniel aconsejó tener prudencia
Los aventaré en medio de los pueblos y los perseguiré con la espada desenvainada. Sus campos serán desolación y sus ciudades ruinas.
El Señor los dispersará por las naciones, y quedarán unos pocos en los pueblos adonde los deportará el Señor.