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Jeremías 26:21 - Nueva Biblia Española (1975)

El rey Joaquín, con sus guardias y dignatarios, lo oyeron, y el rey intentó matarlo; pero Urías se enteró y, atemorizado, huyó a Egipto.

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Biblia Reina Valera 1960

y oyeron sus palabras el rey Joacim y todos sus grandes, y todos sus príncipes, y el rey procuró matarle; entendiendo lo cual Urías, tuvo temor, y huyó a Egipto.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Cuando el rey Joacim junto con los oficiales militares y los demás funcionarios escucharon lo que dijo, el rey envió a alguien para matarlo. Sin embargo, Urías se enteró del plan y escapó a Egipto atemorizado.

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Biblia Católica (Latinoamericana)

El rey Joaquim, con todos sus oficiales y magistrados, al oír sus palabras, trató de darle muerte. Al tener noticia de eso, Urías, aterrorizado, huyó a Egipto.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Y cuando el rey Joacim y todos sus poderosos y todos los príncipes oyeron sus palabras, el rey procuró matarlo, pero cuando Urías se enteró, tuvo temor y huyó a Egipto.

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Pero cuando Joaquín, todos sus guerreros y todos los príncipes tuvieron noticia de sus palabras, el rey trató de darle muerte. Al enterarse Urías tuvo miedo, huyó y se refugió en Egipto.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Y cuando el rey Joacim, y todos sus hombres valientes, y todos sus príncipes, oyeron sus palabras, el rey procuró matarlo; lo cual oyendo Urías, tuvo temor, y huyó, y se fue a Egipto:

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Jeremías 26:21
15 Tagairtí Cros  

¡Vive el Señor, tu Dios! No hay país ni reino adonde mi amo no haya enviado gente a buscarte, y cuando le respondían que no estabas, hacía jurar al reino o al país que no te encontraban.


Asá se indignó con el vidente, e irritado con él por sus palabras, lo metió en la cárcel. Por entonces se ensañó también con otras personas del pueblo.


Pero conspiraron contra él y lo apedrearon en el atrio del templo por orden del rey.


mi vida está siempre en peligro, pero no olvido tu voluntad;.


El que teme a los hombres caerá en el lazo, el que confía en el Señor estará seguro.


Se enteraron de todo los dignatarios de Judá y, subiendo del palacio real al templo, se sentaron en el tribunal de la Puerta Nueva.


Entonces el rey mandó a Yerajmeel, príncipe real; a Serayas, hijo de Azriel, y a Salamías, hijo de Abdeel, a arrestar a Baruc, el escribano, y a Jeremías, el profeta. Pero el Señor los escondió.


Y los dignatarios dijeron al rey: Muera ese hombre, porque está desmoralizando a los soldados que quedan en la ciudad y a todo el pueblo con semejantes discursos. Ese hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia.


Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra, porque les aseguro que no habrán acabado con las ciudades de Israel antes que vuelva este Hombre.


Tampoco tengan miedo de los que matan el cuerpo pero no pueden matar la vida; teman si acaso al que puede acabar con vida y cuerpo en el fuego.


El que encuentre su vida, la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará.


Quería quitarle la vida, pero tuvo miedo de la gente, que lo tenía por profeta.


Herodías se la tenía guardada a Juan y quería quitarle la vida; pero no podía,