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Jeremías 26:11 - Nueva Biblia Española (1975)

Los sacerdotes y los profetas dijeron a los dignatarios y a la gente: Este hombre merece la muerte por haber profetizado contra esta ciudad; ustedes mismos lo han oído.

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Biblia Reina Valera 1960

Entonces hablaron los sacerdotes y los profetas a los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: En pena de muerte ha incurrido este hombre; porque profetizó contra esta ciudad, como vosotros habéis oído con vuestros oídos.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

Los sacerdotes y los profetas presentaron sus acusaciones a los funcionarios y al pueblo. «¡Este hombre debe morir! —dijeron—. Ustedes han escuchado con sus propios oídos lo traidor que es, porque ha profetizado contra esta ciudad».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

Los sacerdotes y los profetas dijeron a los jefes y a todo el pueblo: 'Este hombre merece la muerte porque ha hablado de parte de Yavé contra esta ciudad, como ustedes mismos lo han escuchado.

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La Biblia Textual 3a Edicion

Entonces los sacerdotes y los profetas hablaron a los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: ¡Este hombre es digno de muerte, porque ha profetizado contra esta ciudad, como habéis oído con vuestros propios oídos!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

Los sacerdotes y los profetas hablaron entonces a los príncipes en estos términos: 'Este hombre es reo de muerte, pues ha profetizado contra esta ciudad, como habéis oído con vuestros propios oídos'.

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Biblia Reina Valera Gómez (2023)

Entonces hablaron los sacerdotes y los profetas a los príncipes y a todo el pueblo, diciendo: En pena de muerte ha incurrido este hombre; porque profetizó contra esta ciudad, como vosotros habéis oído con vuestros oídos.

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Jeremías 26:11
13 Tagairtí Cros  

Señor, tú conoces su plan homicida contra mí: no perdones sus culpas, no borres de tu vista sus pecados; caigan derribados ante ti, ejecútalos en el momento de la ira.


Los dignatarios y toda la gente dijeron a los sacerdotes y profetas: Este hombre no merece la muerte, pues nos ha hablado en nombre del Señor, nuestro Dios.


Y los dignatarios dijeron al rey: Muera ese hombre, porque está desmoralizando a los soldados que quedan en la ciudad y a todo el pueblo con semejantes discursos. Ese hombre no busca el bien del pueblo, sino su desgracia.


¿qué deciden? Contestaron ellos: Pena de muerte.


Le respondieron: Si éste no fuera un malhechor, no te lo habríamos entregado.


Le replicaron las autoridades judías: Nosotros tenemos una Ley, y, según esa Ley, debe morir, porque se ha hecho hijo de Dios.


Hasta aquel momento lo estuvieron escuchando, pero entonces empezaron a gritar: ¡Quita de en medio a ese individuo, no merece vivir!


Y el profeta que tenga el atrevimiento dé decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en nombre de dioses extranjeros, ese profeta morirá'.


Entonces le dijeron a Joás: Sácanos a tu hijo, que muera; porque ha derribado el altar de Baal y cortado el árbol sagrado que había junto a él.