mi herida empeoró, el corazón me ardía por dentro; pensándolo me requemaba, hasta que solté la lengua.
Jeremías 20:9 - Nueva Biblia Española (1975) y me dije: No me acordaré de él, no hablaré más en su nombre. Pero la sentía dentro como fuego ardiente encerrado en los huesos: hacía esfuerzos por contenerla y no podía. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude. Biblia Nueva Traducción Viviente Sin embargo, si digo que nunca mencionaré al Señor o que nunca más hablaré en su nombre, su palabra arde en mi corazón como fuego. ¡Es como fuego en mis huesos! ¡Estoy agotado tratando de contenerla! ¡No puedo hacerlo! Biblia Católica (Latinoamericana) Por eso, decidí no recordar más a Yavé, ni hablar más en su nombre, pero sentía en mí algo así como un fuego ardiente aprisionado en mis huesos, y aunque yo trataba de apagarlo, no podía. La Biblia Textual 3a Edicion Y si digo: No me acordaré más de Él, Ni hablaré más en su Nombre, Siento en mi corazón un fuego abrasador, Encerrado en mis huesos, Que me esfuerzo en contener, pero no puedo. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Pensé: 'No me acordaré más de él, no hablaré más en su nombre'. Pero había en mi corazón como un fuego abrasador, encerrado en mis huesos; me esforzaba en contenerlo, pero no podía. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Entonces dije: No me acordaré más de Él, ni hablaré más en su nombre: Pero su palabra fue en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos, traté de sufrirlo, y no pude. |
mi herida empeoró, el corazón me ardía por dentro; pensándolo me requemaba, hasta que solté la lengua.
¿No es mi palabra fuego -oráculo del Señor- o martillo que tritura la piedra?
A los profetas: Se me rompe el corazón en el pecho, se me dislocan los huesos, estoy como un borracho, como un vencido por el vino, a causa del Señor y de sus santas palabras:
¡Ay mis entrañas, mis entrañas! Me tiemblan las paredes del pecho, tengo el corazón turbado y no puedo callar; porque yo mismo escucho el toque de trompeta, el alarido de guerra,
pero yo reboso de la ira del Señor y no puedo contenerla. Derrámala en la calle sobre los niños y sobre las pandillas de jóvenes, de golpe, caerán presos marido y mujer, viejos y ancianos,
El espíritu me tomó y me arrebató y marché decidido y enardecido, mientras la mano del Señor me empujaba.
diciéndome: Hijo de Adán, alimenta tu vientre y sacia tus entrañas con este rollo que te doy. Lo comí y me supo en la boca dulce como la miel.
Ruge el león, ¿quién no temerá? Habla el Señor, ¿quién no profetizará?
Levántate y vete a Nínive, la gran metrópoli, y proclama en ella que su maldad ha llegado hasta mí.
Se levantó Jonás para huir a Tarsis, lejos del Señor; bajó a Jafa y encontró un barco que zarpaba para Tarsis; pagó el precio y embarcó para navegar con ellos a Tarsis, lejos del Señor.
Jesús le contestó: El que echa mano al arado y sigue mirando atrás, no vale para el reino de Dios.
Mientras Pablo los aguardaba en Atenas, le llegaba al alma ver la ciudad poblada de ídolos.
Cuando Silas y Timoteo bajaron de Macedonia, Pablo se dedicó enteramente a predicar, sosteniendo ante los judíos que Jesús es el Mesías.