Miqueas continuó: Por eso escucha la palabra del Señor: vi. al Señor sentado en su trono. Todo el ejército celeste estaba en pie junto a él, a derecha e izquierda,
Daniel 7:10 - Nueva Biblia Española (1975) Un río impetuoso de fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Un río de fuego procedía y salía de delante de él; millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de él; el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos. Biblia Nueva Traducción Viviente y un río de fuego brotaba de su presencia. Millones de ángeles le atendían; muchos millones se pusieron de pie para servirle. Entonces comenzó la sesión del tribunal y se abrieron los libros. Biblia Católica (Latinoamericana) Un río de fuego brotaba y corría de delante de él; miles y millares le servían, millones y millones permanecían de pie en su presencia. Se constituyó el tribunal y abrieron los libros. La Biblia Textual 3a Edicion Un río de fuego corría y salía de delante de Él. Millares de millares lo servían, y millones de millones estaban de pie ante su presencia. Entonces el Juez se sentó, y los libros fueron abiertos. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Un río de fuego corría, fluía delante de él. Miles de millares le servían, miríadas de miríadas le obedecían. Se sentó el tribunal y se abrieron los libros. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Un río de fuego procedía y salía de delante de Él: millares de millares le servían, y millones de millones asistían delante de Él. El Juez se sentó, y los libros fueron abiertos. |
Miqueas continuó: Por eso escucha la palabra del Señor: vi. al Señor sentado en su trono. Todo el ejército celeste estaba en pie junto a él, a derecha e izquierda,
Miqueas continuó: Por eso, escuchen la palabra del Señor: vi. al Señor sentado en su trono. Todo el ejército celeste estaba en pie a derecha e izquierda:
Bendigan al Señor, ejércitos suyos, servidores que cumplen sus deseos.
de su nariz se alzaba una humareda, de su boca un fuego voraz y lanzaba ascuas al rojo.
viene nuestro Dios y no callará. Lo precede fuego voraz, lo rodea la tempestad violenta.
Los carros de Dios son miles y miles: Dios marcha del Sinaí al santuario.
Miren: el Señor en persona viene de lejos, arde su cólera con espesa humareda; sus labios están llenos de furor, su lengua es fuego abrasador,
Que está preparada hace tiempo en Tofet. está dispuesta, ancha y profunda, una pira con leña abundante: y el soplo del Señor, como torrente de azufre, le prenderá fuego.
Entonces se levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de tu pueblo: serán tiempos difíciles, como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora. Entonces se salvará tu pueblo; todos los inscritos en el libro.
Hasta que llegó el anciano para hacer justicia a los santos del Altísimo, y empezó el imperio de los santos.
Pero cuando se siente el tribunal para juzgar, le quitará el poder y será destruido y aniquilado totalmente.
El valle de Hinón quedará bloqueado, porque el valle entre los dos montes seguirá su dirección. Y ustedes huirán como cuando el terremoto en tiempos de Ozías, rey de Judá. Y vendrá el Señor, mi Dios, con todos sus consagrados.
Cuando este Hombre venga con su esplendor acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria
'El Señor viene del Sinai amaneciendo desde Seir, radiante desde Monte Farán, avanza desde Careo de Cades.
¿Qué son todos sino espíritus en servicio activo, que se envían en ayuda de los que han de heredar la salvación?
En cambio se han acercado al monte Sión, a la ciudad de Dios vivo, la Jerusalén celeste; a los millares de ángeles en fiesta;
A éstos se refería aquella profecía de Henoc'. el séptimo después de Adán: 'Miren, llega el Señor con sus millares de ángeles,
Montaron en cólera las naciones, pero tu cólera ha llegado: el momento de juzgar a los muertos, pequeños y grandes; para recompensar a tus siervos los profetas, a los consagrados y a los que respetan tu nombre, para destruir a los que destruyen la tierra.
En la visión oí la voz de multitud de ángeles que rodeaban el trono, a los vivientes y a los ancianos; eran miles de miles, millares de millares,