Estoy como agua derramada, tengo los huesos descoyuntados, mi corazón, como cera, se derrite en mis entrañas;
Daniel 5:6 - Nueva Biblia Española (1975) Entonces su rostro palideció, la mente se le turbó, le faltaron las fuerzas, las rodillas le entrechocaban. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Entonces el rey palideció, y sus pensamientos lo turbaron, y se debilitaron sus lomos, y sus rodillas daban la una contra la otra. Biblia Nueva Traducción Viviente y el rostro se le puso pálido del susto. Le temblaron las rodillas a causa del miedo y se le aflojaron las piernas. Biblia Católica (Latinoamericana) e inmediatamente cambió de color: estaba espantado, todo su cuerpo y todos sus miembros temblaban. La Biblia Textual 3a Edicion Entonces el rey palideció, y la mente se le turbó, y se debilitaron sus lomos, y sus rodillas daban una contra otra. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Entonces al rey se le mudó el color del rostro, sus pensamientos le aterraron, se le relajaron las articulaciones de las caderas y sus rodillas chocaban una contra otra. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Entonces se demudó el semblante del rey, y sus pensamientos lo turbaron, y se soltaron las coyunturas de sus lomos y sus rodillas se batían la una con la otra. |
Estoy como agua derramada, tengo los huesos descoyuntados, mi corazón, como cera, se derrite en mis entrañas;
Nadie se cansa, nadie tropieza, no se acuesta, no se duerme, no se desciñe el cinturón de los lomos, no se desata la correa de las sandalias.
Al oír su fama, el rey de Babilonia se acobarda, lo atenazan ansias y espasmos de parturienta.
Y cuando te pregunten por qué gimes, responderás: Porque al llegar una noticia todos los corazones desmayarán y desfallecerán todos los brazos, todos los espíritus vacilarán y flaquearán todas las rodillas. Mira que llega, que sucede -oráculo del Señor- .
El año segundo de su reinado, Nabucodonosor tuvo un sueño; se sobresaltó y no pudo seguir durmiendo.
Nabucodonosor, furioso contra Sidrac, Misac y Abdénago y con el rostro desencajado por la rabia, mandó encender el horno siete veces más fuerte que de costumbre,
Por un rato Daniel, llamado Belsazar, quedó perplejo, turbado por sus pensamientos. El rey le dijo: Belsazar, no te asustes de mi sueño o de su sentido. Belsazar replicó: Señor, vaya el sueño por tus enemigos y su interpretación por tus rivales.
cuando tuve un sueño que me asustó y las fantasías de mi mente me turbaron.
De repente aparecieron unos dedos de mano humana escribiendo sobre el revoco del muro del palacio, frente al candelabro, y el rey veía cómo escribían los dedos.
Fin del relato. Yo, Daniel, turbado con mis pensamientos, palidecí; pero me lo guardé todo dentro.
i Destrucción, desolación, devastación! El temple se funde, vacilan las rodillas, se doblan los ijares, el rostro pierde el color.
Por eso fortalezcan los brazos débiles, robustezcan las rodillas vacilantes,