Te puse junto a un querube protector de alas extendidas. Estabas en la montaña sagrada de los dioses, entre piedras de fuego te paseabas.
Apocalipsis 18:16 - Nueva Biblia Española (1975) ¡Ay, ay de la gran ciudad! La que se vestía de lino, púrpura y escarlata y se enjoyaba con oro, pedrería y perlas. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 y diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad, que estaba vestida de lino fino, de púrpura y de escarlata, y estaba adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas! Biblia Nueva Traducción Viviente «¡Qué terrible, qué terrible para esa gran ciudad! ¡Ella se vestía de púrpura de la más alta calidad y lino escarlata, adornada con oro, piedras preciosas y perlas! Biblia Católica (Latinoamericana) dirán a gritos:
'¡Ay, ay, de la Gran Ciudad, la que se vestía de lino, púrpura y escarlata y resplandecía de oro, piedras preciosas y perlas!' La Biblia Textual 3a Edicion diciendo: ¡Ay, ay, de la gran ciudad, que estuvo vestida de lino fino, y de púrpura, y de escarlata, y adornada con oro, y piedras preciosas, y perlas, Biblia Serafín de Ausejo 1975 y diciendo: '¡Ay, ay de la gran ciudad, la que se vestía de lujo, púrpura y escarlata, la que se adornaba con oro y piedras preciosas y perlas! Biblia Reina Valera Gómez (2023) y diciendo: ¡Ay, ay, de aquella gran ciudad, que estaba vestida de lino fino y de púrpura y de escarlata, y adornada con oro y piedras preciosas y perlas! |
Te puse junto a un querube protector de alas extendidas. Estabas en la montaña sagrada de los dioses, entre piedras de fuego te paseabas.
Saquen plata, saquen oro, el depósito es inacabable, qué abundancia de toda clase de enseres preciosos.
En visión profética me llevó a un desierto. Vi allí una mujer montada en una fiera escarlata, cubierta de títulos blasfemos, que tenía siete cabezas y diez cuernos.
La mujer iba vestida de púrpura y escarlata y enjoyada con oro, pedrería y perlas. Tenía en la mano una copa de oro llena hasta el borde de abominaciones y de las impurezas de su fornicación;
y gritaban al ver el humo de su incendio: '¿Quién podía compararse con la gran ciudad?'.
Se echaron polvo en la cabeza y gritaban llorando y lamentándose: i Ay, ay de la gran ciudad donde se hicieron ricos todos los armadores por lo elevado de sus precios! ¡Que haya bastado una hora para asolarla!