que el justo me golpee, que el bueno me reprenda, pero que el ungüento del impío no perfume mi cabeza: me haría cómplice de sus maldades.
2 Corintios 7:7 - Nueva Biblia Española (1975) y no sólo con su llegada, sino también con los ánimos que traía por causa de ustedes; me habló de la nostalgia, de las lágrimas, del interés de ustedes por mí, y esto me alegró todavía más. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 y no solo con su venida, sino también con la consolación con que él había sido consolado en cuanto a vosotros, haciéndonos saber vuestro gran afecto, vuestro llanto, vuestra solicitud por mí, de manera que me regocijé aún más. Biblia Nueva Traducción Viviente Su presencia fue una alegría, igual que la noticia que nos trajo del ánimo que él recibió de ustedes. Cuando nos dijo cuánto anhelan verme y cuánto sienten lo que sucedió y lo leales que me son, ¡me llené de alegría! Biblia Católica (Latinoamericana) No solamente porque ya lo tenía a mi lado, sino también porque ustedes le habían dado una excelente acogida. Me comentó que ustedes me echaban de menos, que lamentaban lo ocurrido y que estaban muy preocupados por mí, con lo cual me alegré mucho. La Biblia Textual 3a Edicion Y no sólo con su venida, sino también con la consolación con la cual fue consolado respecto a vosotros, informándonos de vuestro anhelo, de vuestro llanto y de vuestro celo por mí, de manera que aún me regocijé más. Biblia Serafín de Ausejo 1975 y no sólo con su llegada, sino también con el consuelo que él había recibido entre vosotros. Él nos ha contado vuestro ardiente afecto, vuestro pesar y vuestra preocupación por mí, y esto me dio aún más alegría. Biblia Reina Valera Gómez (2023) y no sólo con su venida, sino también con la consolación con que él fue consolado de vosotros, haciéndonos saber vuestro gran deseo, vuestro llanto, vuestro celo por mí, para que así yo más me regocijara. |
que el justo me golpee, que el bueno me reprenda, pero que el ungüento del impío no perfume mi cabeza: me haría cómplice de sus maldades.
su cólera inspira temor, su favor da vida; al atardecer nos visita el llanto, por la mañana el júbilo.
Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa.
Pedro se acordó de las palabras de Jesús: 'Antes que cante el gallo renegarás de mí tres veces'. Y saliendo fuera, lloró amargamente.
Al entrártela angustia se puso a orar con más insistencia. Le chorreaba hasta el suelo el sudor parecido a goterones de sangre.
al llegar y ver la generosidad de Dios, se alegró mucho, y exhortó a todos a seguir unidos al Señor con todo empeño;
es decir, para animarnos mutuamente con la fe de unos y otros, la de ustedes y la mía.
¡Y ustedes siguen engreídos en lugar de ponerse de luto y echar de su grupo al que ha-cometido eso!
y ya que me han entendido en parte, espero que entenderán del todo que yo seré una honra para ustedes, como ustedes lo serán para mí, el día de nuestro Señor Jesús.
EL nos alienta en todas nuestras dificultades, para que podamos nosotros alentar a los demás en cualquier dificultad, con el ánimo que nosotros recibimos de Dios;
Sólo éste fue el propósito de mi carta: comprobar su temple y ver si hacen caso en todo.
y de hecho por eso suspiramos, por el anhelo de vestirnos encima la morada que viene del cielo,
Pero Dios, que da aliento a los deprimidos, nos animó con la llegada de Tito;
Por eso, aunque les causé pena con mi carta, no lo siento; antes lo sentía, viendo que aquella carta les dolió, aunque fue por poco tiempo;
Doy gracias a Dios por haber puesto en el corazón de Tito el mismo aprecio por ustedes;
Tal es mi expectación y mi esperanza, que en ningún caso saldré fracasado, sino que, viva o muera, ahora como siempre se manifestará públicamente en mi persona la grandeza del Mesías.
pues, aunque corporalmente estoy ausente, mi espíritu está con ustedes, alegrándome de verlos bien alineados y firmes en su adhesión al Mesías.
Ahora Timoteo acaba de llegar y nos ha dado buenas noticias de su fe y amor mutuo, añadiendo que conservan grato recuerdo de nosotros y que tienen tantas ganas de vernos como nosotros de verlos a ustedes.
Por esa razón, para no ir a la deriva, tenemos que prestar más atención a lo aprendido.
Elías era un hombre débil como nosotros, y cuando oró insistentemente para que no lloviera, no cayó una gota en tres años y medio;
Me alegré mucho al enterarme de que la conducta de tus hijos es sincera, conforme al mandamiento que el Padre nos dio.
Amigos, pongo siempre mucho empeño en escribirles acerca de nuestra salvación; y me veo obligado a mandarles esta carta, para animarlos a combatir por esa fe que se transmitió al pueblo santo de una vez para siempre.