Al tercer día de la muerte de Saúl, llegó uno del ejército con la ropa hecha jirones y polvo en la cabeza; cuando llegó cayó en tierra, postrándose ante David.
1 Samuel 4:12 - Nueva Biblia Española (1975) Un benjaminita salió corriendo de las filas y llegó a Silo aquel mismo día, con la ropa hecha jirones y polvo en la cabeza. Tuilleadh leaganachaBiblia Reina Valera 1960 Y corriendo de la batalla un hombre de Benjamín, llegó el mismo día a Silo, rotos sus vestidos y tierra sobre su cabeza; Biblia Nueva Traducción Viviente Un hombre de la tribu de Benjamín corrió desde el campo de batalla y, más tarde ese mismo día, llegó a Silo. Había rasgado su ropa y echado polvo sobre su cabeza en señal de dolor. Biblia Católica (Latinoamericana) Un hombre de Benjamín se escapó y llegó ese mismo día a Silo, con la ropas hecha tiras y la cabeza cubierta de polvo. La Biblia Textual 3a Edicion Y aquel mismo día, cierto hombre de Benjamín corrió desde el campo de batalla hasta Silo, rasgados sus vestidos y echada tierra sobre su cabeza. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Un hombre de Benjamín salió corriendo del campo de batalla y llegó aquel mismo día a Siló con los vestidos rasgados y la cabeza cubierta de polvo. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y corriendo de la batalla un hombre de Benjamín, vino aquel día a Silo, rotas sus vestiduras y tierra sobre su cabeza: |
Al tercer día de la muerte de Saúl, llegó uno del ejército con la ropa hecha jirones y polvo en la cabeza; cuando llegó cayó en tierra, postrándose ante David.
Tamar se echó polvo a la cabeza, se rasgó la túnica y se fue gritando por el camino, con las manos en la cabeza.
Cuando David llegó al humilladero que había en la cima, salió a su encuentro Jusay, el arquita rasgada la túnica y con polvo en la cabeza.
El día veinticuatro de este mismo mes se reunieron los israelitas para ayunar, cubiertos de saco y polvo.
Cuando lo vieron a distancia, no lo reconocían, y rompieron a llorar; se rasgaron el manto, echaron dos en el suelo, siete días con sus polvo sobre la cabeza y hacia el noches, sin decirle una palabra, cielo
yo trataré a este templo como al de Silo, y esta ciudad será fórmula de maldición para todas las naciones.
Se escucharán sus gritos, gimiendo amargamente por ti; se echarán ceniza en la cabeza, se revolcarán en el polvo.
Josué se rasgó el manto, cayó rostro en tierra ante el arca del Señor y estuvo así hasta el atardecer, junto con los concejales de Israel, echándose polvo a la cabeza.