Invitación de la sabiduría1 ¡La sabiduría está llamando! ¡Gritando está la experiencia! 2 Se para a la orilla del camino o a la mitad de la calle, para que todos puedan verla. 3 Se para junto a los portones, a la entrada de la ciudad, y grita a voz en cuello: 4 «Gente de todo el mundo, ¡a ustedes estoy llamando! 5 Jovencitos ignorantes, muchachitos inexpertos, ¡piensen bien lo que hacen! 6 Préstenme atención, pues voy a decirles algo importante; 7-8 no me gusta la mentira ni tampoco la hipocresía, siempre digo la verdad. 9 La gente que sabe entender reconoce que mis palabras son justas y verdaderas. 10 No busquen las riquezas, mejor busquen mis enseñanzas y adquieran mis conocimientos, 11 pues son más valiosos que el oro y la plata. ¡Los más ricos tesoros no se comparan conmigo! 12 »Yo soy la sabiduría, y mi compañera es la experiencia; siempre pienso antes de actuar. 13 Los que obedecen a Dios aborrecen la maldad. Yo aborrezco a la gente que es orgullosa y presumida, que nunca dice la verdad ni vive como es debido. 14 Yo tengo en mi poder el consejo y el buen juicio, el valor y el entendimiento. 15-16 Yo hago que actúen con justicia reyes, príncipes y gobernantes. 17 Yo amo a los que me aman, y me dejo encontrar por todos los que me buscan. 18 Mis compañeras son la riqueza, el honor, la abundancia y la justicia. 19 Lo que tengo para ofrecer vale más que el oro y la plata. 20 Siempre actúo con justicia, 21 y lleno de riquezas a todos los que me aman. 22-23 »Dios fue quien me creó. Me formó desde el principio, desde antes de crear el mundo. Aún no había creado nada cuando me hizo nacer a mí. 24 Nací cuando aún no había mares ni manantiales. 25-26 Nací mucho antes de que Dios hiciera los cerros y las montañas, la tierra y sus paisajes. 27 Yo vi cuando Dios puso el cielo azul sobre los mares; 28 cuando puso las nubes en el cielo y cerró las fuentes del gran mar, 29-30 cuando les ordenó a las aguas no salirse de sus límites. »Cuando Dios afirmó la tierra, yo estaba allí, a su lado, como su consejera. Mi dicha de todos los días era siempre gozar de su presencia. 31 El mundo creado por Dios me llenaba de alegría; ¡la humanidad creada por Dios me llenaba de felicidad! 32 »Querido jovencito, ¡escúchame bien! Dios te bendecirá si sigues mis consejos. 33 Acepta mis enseñanzas; no las rechaces. ¡Piensa con la cabeza! 34 Si todos los días vienes a mi casa y escuchas mis enseñanzas, Dios te bendecirá. 35 Los que me encuentran, encuentran también la vida y reciben bendiciones de Dios; 36 pero los que me ofenden ponen su vida en peligro; odiarme es amar la muerte». |
Traducción en lenguaje actual ® © Sociedades Bíblicas Unidas, 2002, 2004.
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