1 Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados ni se detiene en la senda de los pecadores ni se sienta en la reunión de los cínicos, 2 sino que su tarea es la ley del Señor y medita esa ley día y noche. 3 Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas; cuanto emprende tiene buen fin. 4 No así los malvados: serán paja que arrebata el viento. 5 En el juicio los malvados no se levantarán ni los pecadores en la asamblea de los justos. 6 Porque el Señor cuida del camino de los justos, pero el camino de los malvados acaba mal. |
Luis Alonso Schökel y Juan Mateos, 1975 ©, Editada por Ediciones Cristiandad.