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Jueces 16:24 - Biblia Version Moderna (1929)

24 Y cuando le vió el pueblo, alabó a su dios; porque decían: ¡Nuestro dios ha entregado en nuestras manos a nuestro enemigo, el asolador de nuestro país, que mató a muchos de nosotros!

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Περισσότερες εκδόσεις

Biblia Reina Valera 1960

24 Y viéndolo el pueblo, alabaron a su dios, diciendo: Nuestro dios entregó en nuestras manos a nuestro enemigo, y al destruidor de nuestra tierra, el cual había dado muerte a muchos de nosotros.

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Biblia Nueva Traducción Viviente

24 Cuando el pueblo vio a Sansón, también alabó a su dios diciendo: «¡Nuestro dios nos ha entregado a nuestro enemigo! ¡El que mató a tantos de nosotros ahora está en nuestro poder!».

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Biblia Católica (Latinoamericana)

24 La gente del pueblo lo vio y alababan a su dios diciendo: 'Nuestro dios puso en nuestras manos a nuestro enemigo, que desolaba el país y dejaba tantos muertos entre nosotros'.

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La Biblia Textual 3a Edicion

24 Y cuando lo vio el pueblo, alabó a su dios, porque decían: ¡Nuestro dios ha entregado en nuestra mano A nuestro enemigo, Al que devastaba nuestro territorio, Y multiplicaba nuestras víctimas!

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Biblia Serafín de Ausejo 1975

24 Y al verlo el pueblo, alababa a su dios, diciendo: 'Nuestro dios ha entregado en nuestras manos a nuestro enemigo, al que devastaba nuestro país y multiplicaba nuestros muertos'.

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Jueces 16:24
14 Σταυροειδείς Αναφορές  

Y le despojaron, y quitando su cabeza y sus armas, las enviaron en derredor por el país de los Filisteos, para que se publicara la nueva a sus ídolos y a su pueblo.


¡Avergüéncense todos los que sirven a una escultura, los que se glorían en los ídolos! ¡Todos los dioses, encórvense a él!


¡Ahora pues, oh Jehová, Dios nuestro, sálvanos de su mano; y conozcan todos los reinos de la tierra que tú eres Jehová, y tú solo!


Pero obré a causa de mi Nombre, para que no fuese profanado a la vista de las naciones, ante cuyos ojos los había sacado.


Antes bien, contra el Señor del cielo te has ensalzado; de tal modo que han traído los vasos de su Casa delante de ti, y tú, y tus grandes, y tus mujeres, y tus concubinas estáis bebiendo en ellos; también a dioses de plata y de oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que no ven ni oyen, y que nada saben, los has alabado; mas al Dios en cuya mano está tu aliento, y cuyos son todos tus caminos, no le has glorificado.


bebieron vino, y alabaron a los dioses de oro y de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra.


Por tanto ofrece sacrificio a su red, y quema incienso a su barredera; porque por medio de ellos es pingüe su porción, y es abundante su alimento.


si no fuera que temo la ira del enemigo; no sea que lo entiendan mal sus adversarios; no sea que digan: Nuestra mano es alta, y no es Jehová quien ha hecho todo esto.


Y los que habitan sobre la tierra se regocijan sobre ellos, y hacen fiesta, y se envían regalos los unos a los otros; porque estos dos profetas atormentaron a los que habitan sobre la tierra.


Él iba llegando a Lehí, cuando los Filisteos alzaron el grito, corriendo a su encuentro. Y arrebatóle el Espíritu de Jehová, de modo que las sogas que estaban sobre sus brazos vinieron a ser como el lino que ha sido quemado del fuego; así se deshicieron las ligaduras de sobre sus manos.


Entonces cantó Samsón: ¡Con la quijada de un asno, montones sobre montones; con la quijada de un asno he matado mil hombres!


Hiriólos pues, dejándolos tendidos pierna sobre muslo, con destrozo grande; luego descendió y habitó en una hendidura del peñón de Etam.


Y aconteció que cuando tuvieron alegre el corazón, dijeron: Llamad a Samsón, para que él nos divierta.  Llamaron pues de la cárcel a Samsón, el cual jugó delante de ellos; y le colocaron en medio de las columnas.


Y le cortaron la cabeza, y le despojaron de sus armas; y las enviaron en derredor por el país de los Filisteos, para que se publicara la nueva en las casas de sus ídolos, y entre su pueblo.


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