y cayó sobre su rostro a los pies de Jesús, dándole gracias. Y éste era samaritano.
Juan 11:32 - Biblia Version Moderna (1929) Así pues María, cuando llegó a donde Jesús estaba, al verle, cayó a sus pies, diciéndole: ¡Señor, si hubieras estado aquí no hubiera muerto mi hermano! Περισσότερες εκδόσειςBiblia Reina Valera 1960 María, cuando llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, no habría muerto mi hermano. Biblia Nueva Traducción Viviente Cuando María llegó y vio a Jesús, cayó a sus pies y dijo: —Señor, si tan solo hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. Biblia Católica (Latinoamericana) Al llegar María a donde estaba Jesús, en cuanto lo vio, cayó a sus pies y le dijo: 'Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. La Biblia Textual 3a Edicion Cuando Miriam llegó adonde estaba Jesús, al verlo cayó a sus pies, y le dijo: ¡Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano! Biblia Serafín de Ausejo 1975 Cuando llegó María a donde estaba Jesús y lo vio, se arrojó a sus pies, diciéndole: 'Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y cuando María llegó a donde estaba Jesús, al verle, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieses estado aquí, mi hermano no habría muerto. |
y cayó sobre su rostro a los pies de Jesús, dándole gracias. Y éste era samaritano.
Simón Pedro, pues, viendo esto, cayó a los pies de Jesús, diciendo: ¡Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador!
Y he aquí un hombre llamado Jairo, el cual era jefe de la sinagoga, vino, y cayendo a los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa;
(Era aquella María que ungió al Señor con ungüento, y enjugó sus pies con sus cabellos, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo.)
Marta entonces dijo a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, no hubiera muerto mi hermano.
Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía este hombre, que abrió los ojos de aquel que era ciego, haber hecho que éste no muriese?
¶Y yo Juan soy el que oí y ví estas cosas. Y cuando las hube oído y visto, caí sobre mi rostro, para adorar delante de los pies del ángel que me había mostrado estas cosas.
Y los cuatro seres vivientes decían: ¡Amén! Y los ancianos cayeron sobre sus rostros, y adoraron.
¶Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos cayeron sobre sus rostros, delante del Cordero, teniendo cada cual un arpa, y tazones de oro llenos de incienso, que son las oraciones de los santos.