Entonces oró Abraham a Dios, y sanó Dios a Abimelec, y a su mujer, y a sus criadas, de manera que tuviesen hijos.
Génesis 20:16 - Biblia Version Moderna (1929) Y a Sara dijo: He aquí, he dado mil siclos de plata a tu hermano: considera que esto te servirá de reparación por todo lo acontecido, y para con todos los hombres; así ella quedó vindicada. Περισσότερες εκδόσειςBiblia Reina Valera 1960 Y a Sara dijo: He aquí he dado mil monedas de plata a tu hermano; mira que él te es como un velo para los ojos de todos los que están contigo, y para con todos; así fue vindicada. Biblia Nueva Traducción Viviente Y le dijo a Sara: —Mira, le entrego a tu “hermano” mil piezas de plata en presencia de todos estos testigos, para compensarte por cualquier daño que pudiera haberte causado. Esto resolverá todo reclamo contra mí, y tu reputación quedará limpia. Biblia Católica (Latinoamericana) Y a Sara le dijo: 'Le he dado a tu hermano mil monedas de plata, que serán para ti como un velo que tiendas ante los ojos de todos los que están contigo, y así nadie pensará mal de ti. La Biblia Textual 3a Edicion Y dijo a Sara: Fíjate, doy a tu hermano mil piezas de plata. Mira, esto será para ti como un velo para los ojos° ante todos los que están contigo. Así ante todos quedas vindicada. Biblia Serafín de Ausejo 1975 Y a Sara le dijo: 'He entregado mil siclos de plata a tu hermano, lo que será para ti un velo sobre los ojos de los que están contigo, y así tú quedarás justificada plenamente'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Y a Sara dijo: He aquí he dado mil piezas de plata a tu hermano; mira que él te es como velo de ojos para todos los que están contigo, y para con todos: así fue reprendida. |
Entonces oró Abraham a Dios, y sanó Dios a Abimelec, y a su mujer, y a sus criadas, de manera que tuviesen hijos.
¿No me dijo él mismo: Mi hermana es; y ella, pues también ella dijo: Es mi hermano? Con sencillez de mi corazón, y con inocencia de mis manos, he hecho esto.
porque había preguntado al siervo: ¿Quién es aquel hombre que viene andando por el campo a nuestro encuentro? y habíale contestado el siervo: Aquél es mi señor. Ella pues tomó su velo, y cubrióse.
Por lo cual mandó Abimelec a todo su pueblo, diciendo: El que tocare a este hombre, o a su mujer, de cierto morirá.
QUIEN ama la corrección ama la ciencia; mas el que aborrece la reprensión es estúpido.
Como pendiente de oro y collar de oro fino, así, al oído obediente, es aquel que reprende sabiamente.
Acercósele entonces el piloto, y le dijo: ¿Qué haces aquí, oh dormilón? ¡Levántate y clama a tu Dios, por si acaso piense Dios en nosotros, de modo que no perezcamos!
Yo a cuantos amo los reprendo y castigo; sé celoso pues y arrepiéntete.