Entonces Abraham cayó sobre su rostro y rióse, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿y Sara, mujer de noventa años, ha de parir?
Génesis 18:12 - Biblia Version Moderna (1929) Rióse pues Sara consigo misma, diciendo: ¿Después de envejecida he de tener placer, siendo viejo mi señor también? Περισσότερες εκδόσειςBiblia Reina Valera 1960 Se rio, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo? Biblia Nueva Traducción Viviente Así que se rio en silencio dentro de sí misma, y dijo: «¿Cómo podría una mujer acabada como yo disfrutar semejante placer, sobre todo cuando mi señor —mi esposo— también es muy viejo?». Biblia Católica (Latinoamericana) Sara se rió, mientras pensaba: 'Ahora que soy anciana, ¿haré el amor con mi marido que es tan viejo?' La Biblia Textual 3a Edicion Y se rió Sara en sus adentros, diciendo: ¿Después de mi menopausia he de tener placer, siendo mi señor° anciano? Biblia Serafín de Ausejo 1975 Rióse, pues, Sara en su interior, pensando: '¿Voy a conocer yo el placer, ahora que ya estoy desgastada y con un marido viejo?'. Biblia Reina Valera Gómez (2023) Se rió, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo? |
Entonces Abraham cayó sobre su rostro y rióse, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿y Sara, mujer de noventa años, ha de parir?
Y dijo Jehová a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara, diciendo: ¿Será cierto que yo he de parir, ahora que he envejecido?
Y él le dijo: A este tiempo el año que viene tú abrazarás un hijo. Mas ella respondió: No, señor mío, varón de Dios, no digas mentira a tu sierva.
Entonces se llenó nuestra boca de risa, y nuestra lengua de alabanza; entonces decían entre las naciones: ¡Grandes cosas ha hecho Jehová por ellos!
y así se prendará el Rey de tu hermosura: porque él es tu Señor; por tanto inclínate ante él.
Sin embargo, en cuanto a vosotros también, amad cada uno individualmente a su propia mujer como a sí mismo; y vea la mujer que reverencie a su marido.
Así como Sara obedecía a Abraham, llamándole señor; cuyas hijas sois vosotras, si hacéis bien, y no teméis a causa de ningún terror.
Entonces vino la mujer, al rayar la mañana, y dejóse caer a la puerta de la casa del hombre en donde estaba su señor, hasta que aclaró el día.